"Si conocieras la magnificencia de los números tres, seis y nueve, manejarías
una llave del universo.” – Nikola Tesla
A los 18 años, mientras estudiaba en Hotchkiss School mi último año como Senior, Dios quiso que descubriera a uno de mis primeros maestros de vida, Henry V. Miller, el destacado, rebelde, iconoclasta y cultísimo escritor norteamericano que más influyó, sacudió, destapó y esclareció mi adolescencia, junto con el gran filósofo Nietzsche y el también grande poeta Rimbaud. Esto lo he reiterado en varias ocasiones y jamás lo olvidaré pues algunas de mis raíces brotan de ese entronque. Dos de los libros revolucionarios que Miller escribió fueron Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio que leí antes de los 20 años. Su obra me marcó y orientó tanto que me ayudaron a que decidiera cambiar el rumbo de mi existencia en una etapa de la vida muy crucial. Sus libros y visión de la vida abrieron de par en par mis gustos, dirección y sentido, junto con los de Dostoievski, Whitman, Gautama Buddha, Ramākrishna, Vivekanānda, Lao Tzu, los poetas franceses Baudelaire, Mallarmé, de Nerval, amén de la música de Wagner, Beethoven, Chaikovski, Sibelius, de pintores como Chagall, Monet, Renoir, Van Gogh, Reverón, Brueghel, Fra Angelico, da Vinci, etc. Gracias a Henry Miller soy lo que hoy soy y conocerlo personalmente en Los Ángeles, en un viaje que hice desde México D.F., donde estaba viviendo temporalmente, no me decepcionó en absoluto. Era el mismo sabio y gigante de la literatura que había conocido a través de sus libros y acuarelas. Lo querré y honraré toda mi vida, le debo muchísimo, él me enseñó que vale la pena vivir, trascender y amar este trayecto pase lo que pase. Cuando dejé abruptamente la universidad de Harvard a los 19 años sobreviví y avancé gracias a él en no pequeña parte. A esa edad y en esas difíciles condiciones hay que creer mucho en uno mismo, no retroceder, no claudicar, ser firme, perseverar, ser consecuente, no temer, trascender, reiniciarse de ser necesario, no flaquear, no tambalearse. Eso aprendí a través de sus libros tan interesantes, provocadores y enérgicos como cultísimos, polémicos, amenos y divertidos. No te distraigas, concéntrate, mira todo, camina derecho, y de paso recuerda, como ahora, que la vida está hecha de polaridades, opuestos, que lo que toca al estómago y al plexo solar repercute en la cabeza y al revés. Debes preservar la cabeza, el radar y el sonar.
Las renovaciones, revoluciones, metamórfosis, son necesarias y saludables. Los humanos deben conocer estas curvas sutiles y adaptarse, eso mismo le sucede a sus células, moléculas, átomos, neuronas y órganos. Sus cuerpos se renuevan las 24 horas. Nadie es intocable o permanece igual. Podríamos vivir miles de años, mantenernos jóvenes, sanos, aptos para afrontar varios ciclos de vida, usando el 369=0: la renovación incesante. Nadie es inmune, ajeno a la sabiduría/ciencia de Dios cuando formó la Galaxia, la Madre Perla. Sus yods, los elementos que la conforman, nos pertenecen. Es parte de la Unidad Original que el Gran Hermes nos ilustró al edificar la Gran Pirámide de Giza, de todo gran monumento pétreo o legado en papel o arcilla para que no olvidemos, lo tengamos presente, no penemos tanto si se presenta una de esas curvas inexorables. Recomiendo pues anticiparse, guardar, apilar cosas, víveres, el corazón, aumentarnos, para cuando hayan cambios. Tras primaveras y veranos vienen otoños e inviernos y más. Hay que reforzarse e interiorizarse, si fallan elementos que nos nutrieron y mentalizaron. Las naciones deben poder recuperarse, así sus poblados y regiones sufrirán menos en los momentos de carestía, hambre, desastre. Hay que prever y superarse. Dios avisa y nos alerta en numerosas ocasiones a través de profetas, videntes, animales, oráculos y prodigios. OM. Que Dios nos bendiga sin excepción.
Dedico este trabajo a mi hermano de orden, José Gómez Oriol, quien vive ahora en Madrid, de cuya partida no me he podido recuperar todavía, y a mis queridos amigos y amigas regados aquí y allá por diversas causas, como Nicomedes Zuloaga Pocaterra, Alberto Berrizbeitia, Víctor Higuera, Bilel Mallouk, Linditi, Jane, Mayeya, Federika, Mariana, Kin, Kina, Champagne, Buddhi, Karamella, Nevado, Muñeca, Nicolás, Sasha, etc. Venezuela está muy mal ahora pero este año 2017 comenzará a enderezarse axialmente aunque con dudas, titubeos, equivocaciones y reformas. Por favor, no la descuiden en estos días malos y tristes e incluso de gran vergüenza. No pierdan la esperanza, la patria tiene una gran misión de luz que cumplir y no todo está perdido. La antorcha de Dios sigue brillando que Moisés ve desde su dimensión atemporal. Avanti, pues!
Caracas, mes de enero-11 de febrero 2017
A los 18 años, mientras estudiaba en Hotchkiss School mi último año como Senior, Dios quiso que descubriera a uno de mis primeros maestros de vida, Henry V. Miller, el destacado, rebelde, iconoclasta y cultísimo escritor norteamericano que más influyó, sacudió, destapó y esclareció mi adolescencia, junto con el gran filósofo Nietzsche y el también grande poeta Rimbaud. Esto lo he reiterado en varias ocasiones y jamás lo olvidaré pues algunas de mis raíces brotan de ese entronque. Dos de los libros revolucionarios que Miller escribió fueron Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio que leí antes de los 20 años. Su obra me marcó y orientó tanto que me ayudaron a que decidiera cambiar el rumbo de mi existencia en una etapa de la vida muy crucial. Sus libros y visión de la vida abrieron de par en par mis gustos, dirección y sentido, junto con los de Dostoievski, Whitman, Gautama Buddha, Ramākrishna, Vivekanānda, Lao Tzu, los poetas franceses Baudelaire, Mallarmé, de Nerval, amén de la música de Wagner, Beethoven, Chaikovski, Sibelius, de pintores como Chagall, Monet, Renoir, Van Gogh, Reverón, Brueghel, Fra Angelico, da Vinci, etc. Gracias a Henry Miller soy lo que hoy soy y conocerlo personalmente en Los Ángeles, en un viaje que hice desde México D.F., donde estaba viviendo temporalmente, no me decepcionó en absoluto. Era el mismo sabio y gigante de la literatura que había conocido a través de sus libros y acuarelas. Lo querré y honraré toda mi vida, le debo muchísimo, él me enseñó que vale la pena vivir, trascender y amar este trayecto pase lo que pase. Cuando dejé abruptamente la universidad de Harvard a los 19 años sobreviví y avancé gracias a él en no pequeña parte. A esa edad y en esas difíciles condiciones hay que creer mucho en uno mismo, no retroceder, no claudicar, ser firme, perseverar, ser consecuente, no temer, trascender, reiniciarse de ser necesario, no flaquear, no tambalearse. Eso aprendí a través de sus libros tan interesantes, provocadores y enérgicos como cultísimos, polémicos, amenos y divertidos. No te distraigas, concéntrate, mira todo, camina derecho, y de paso recuerda, como ahora, que la vida está hecha de polaridades, opuestos, que lo que toca al estómago y al plexo solar repercute en la cabeza y al revés. Debes preservar la cabeza, el radar y el sonar.
Esta
autodisciplina y ganas de vivir, sobresalir, comprender lo más posible el mecanismo
relojero del mundo que nos rodea y hallar cómo puedo yo ajustar mi microscópica
pequeñez con la colosal, inmensa vastedad y grandiosidad del Padre en los Cielos
encima de mí hizo que a los 16-17 años aproximadamente me metiera progresivamente
a estudiarlo desde el ángulo de la Naturaleza, la música, la literatura, la
astronomía, la astrofísica, la astrología, el simbolismo y el psicoanálisis, que
sigo estudiando con pasión, pues así lo entiendo siempre: no veo diferencia alguna
entre lo inmenso, prodigioso, portentoso y milagroso de la Madre Naturaleza y
sus ciencias y el Arte, en todas sus facetas, sin la que no puedo vivir. Por esta
simbiosis, por querer saber más acerca del Universo y deleitarme con la música,
por ejemplo, que me acompaña a cada instante, no veo divorcio alguno. Para mí
Cielo y Vida resultan ser lo mismo y por ello si entiendo más cómo y porqué el
Ser Supremo hizo y formó la Tierra, aplicando Sus leyes, reglas, razones o motivos,
es imprescindible, creo necesario, fundamental, esencial, conocerlo. No estamos por
casualidad en este planeta, nada de lo hecho por Dios es irrelevante o
superfluo. Todo importa y encaja. ¡Nos cocinó una gran torta de trigo, zanahoria,
almendras, maní, miel y chocolate negro de Paria, que debemos probar y saborear
con un buen helado de frutas del bosque, y de paso agradecer, porque lo hizo con
mucho amor, para bien nuestro! ¡Mozart lo hubiera degustado mucho, él que
desencarnó tan joven! Amén. Hari Om Tat
Sat.
Tocaré acá dos
asuntos que me han interesado desde que comencé a profundizar en mi persona y
tomé medidas de supervivencia a partir de mis pasadas por la erudita
universidad de Harvard, la umbilical clínica de reposo de Prangins y la bella e
ilustre ciudad de París, donde me inicié, todo en 1962, a mis 19 años metónicos,
que sigo observando pase lo que pase: primero, ¿porqué nací en Caracas,
Venezuela, yo que soy un ciudadano del mundo y me siento a veces tan extraño, aislado,
triste y frustrado donde nací allí?; y, segundo, ¿porqué debo meterme de cabeza,
cual detective y analista psicoanalítico, en el libro abierto de nuestro mapamundi o planisferio terrestre y analizar
aquello que considero es sin lugar a dudas, objetivamente hablando, la zona biofísica más
próspera, prolija y generosa de nuestro mundo desde el punto de vista de la comida,
agroindustria, economía, ecología, biodiversidad, genética, naturaleza, etc, la
de mayor futuro y potencial, aun si no necesariamente en el plano geopolítico,
social, humano, militar o bélico, ético, intelectual, espiritual y religioso,
mas sí en el plano astral, físico, biológico, químico, atómico, cuántico y
natural?
Trópico de Cáncer. Línea
horizontal en rojo a todo lo largo del planisferio, al norte de la línea divisoria ecuatorial, que divide ésta en dos
partes iguales nuestro globo terráqueo.
Trópico de Capricornio. Línea horizontal
en rojo a todo lo largo del planisferio, al sur
de la línea divisoria ecuatorial, que divide ésta en dos partes iguales
nuestro globo terráqueo.
Mapamundi físico.
Los antiguos y sabios sacerdotes astrónomos, astrólogos, matemáticos y
geómetras hallaron que para entender correctamente, con precisión y claridad,
el vasto Cielo, sus áreas de influencia en los planetas y en especial en
nuestro planeta azul, era necesario establecer y englobarlo dentro de un
círculo de 360º y después cuadrar o dividir esta circunferencia en latitudes o
paralelos y longitudes de 30º equidistantes una de otra y ponerles por el medio
dos líneas perpendiculares que se cruzan perfectamente entre estos semicírculos
demarcados desde este cruce de líneas. En pocas palabras, los sabios trazaron
un círculo imaginario sobre o partir de una infinitud, una escala sin fin y
desmedida -porque así es la Bóveda Celeste- que ni tiene comienzo ni tiene
término. Fue una solución genial y aunque a veces parezca temeraria o absurda y
exageradamente subjetiva e ilusa ha dado increíbles y afortunadamente buenos resultados
porque hasta se hicieron estas demarcaciones para establecer husos horarios.
Subdividieron estos 360º en 12 divisiones de 3 partes o sectores iguales de 10º
cada uno, que llamaron decanatos. De
ahí nace el sistema decimal y el sistema métrico. A su vez cada decanato lo subdividieron en 10 partes
de 1º y esto último lo subdividieron en minutos y segundos y lo llamaron dwadashâmsas. Este círculo de 360º se subdivide pues en
144 dwadashâmsas o dwads de 2º30’00”,
1.728
mini-dwadashâmsas o mini-dwads de 00º12’30” y
20.736 micro-dwadashâsmsas o micro-dwads de 1’02.30” de
arco de distancia. India nos legó esta sabiduría venida de la remota Antigüedad
que conocieron los sabios de Mu.
Estos
cáculos matemáticos y muchos otros más siguen siendo observados tal cual los
impartieron los maestros y maestras de las estrellas que llegaron a la Tierra
en etapas sucesivas a partir de la Era Mesozoica; por consiguiente, hace muchos
millones de años, cuando aún no habían homínidos en nuestro planeta. El saber
científico, religioso y artístico se basa en esta premisa o ecuación admirable,
lógica: así como el Cielo es una curva infinita o círculo infinito,
inconmensurable, por cuanto se compone de muchas dimensiones, planos,
existencias, rondas, acentos, influjos, variaciones, que se interpenetran unas
con otras en una serie que parece no tener fin, mas sí un sentido de dirección
y razón lógica, nuestra percepción del mundo que nos rodea y habitamos es el
resultado de una visión, percepción, sensación y realización fantástica y
fabulosa siempre racional por increíble que parezca, sin fin y que es a la vez,
porque así lo entendemos, una proyección de la superdotada mente y corazón de
un Ser Supremo y Bondadoso que crea, creó y creará a partir de Su colosal Inteligencia-Sabiduría-Amor,
y cuya presencia sentimos también, como en los casos más excelsos, sublimes y
clarividentes, vibra asimismo en nuestro interior, ser, alma, espíritu, cuerpo.
Por consiguiente, volar es necesario,
como han preconizado grandes religiones, cultos, templos, desde la Noche de los
Tiempos de la Aurora más lejana e inefable.
Esto
último es importante, hay que subrayarlo y enfatizarlo. Tanto para nosotros y
nosotras en nuestro minúsculo mundo esférico, como para los seres más avanzados
y espirituales del cosmos, sería completamente ininteligible o incomprensible,
incluso existir, que la Creación fuera el resultado o producto de un Dios, una
entelequia intrínsecamente superior y sobrenatural que esté limitada,
encerrada, aprisionada, sino sea todo lo contrario, LIBRE, ya que estos 360º
derivan de una noción, concepto, idea, completa en sí misma, autónoma, autodeterminante,
matemática y geométricamente completa, perfecta, precisa, total, radiante, omniabarcante,
donde todo está pegado, conforma una unidad ("esta Unidad es suya también,
ayude a mantenerla"). En vista de lo cual para entender bien lo que nos
rodea y somos hay que llegar a una cosmovisión, cosmología y cosmogonía redonda que permita que lo infinito y
completo pueda ser comprendido, visitado, seguido, incluso con nuestras imperfecciones
y debilidades, nuestros errores de juicio y cálculo, ignorancias y
desconocimientos, si no de una vez, al menos por etapas, gradualmente.
Tomando
en cuenta entonces lo positivo y negativo, lo bueno y malo, los altos y bajos, lo
masculino y femenino, yang-yin, y
adscribiéndolo a nuestra situación geofísica y cartográfica planetarias, microcósmica,
llego a la siguiente conclusión: entre la latitud 30º Norte y la latitud 30º
Sur, indicado, respaldado y saludado respectivamente por el Trópico de Cáncer (a
23°26′14″N) o
Puerta de los Hombres, según la Alta Tradición, y, por otro lado, por el
Trópico de Capricornio (a 23°26′ 14″S) o Puerta de los Dioses, según la Alta
Tradición, hay una gran franja de cielo y tierra a ambos lados del
ecuador terrestre que puede considerarse como el estómago por antonomasia, el plexo solar por excelencia, del
planeta Tierra. Es decir, y esto es crucial, dentro de esta gran franja de
30º hay una banda de 23º aproximadamente a cada lado del ecuador terrestre que debe
considerarse como la sección áurea,
el punto más grande, más nervioso,
sensible, intenso y agudo del estómago de la Tierra, y el sitial
más volado, místico, metafísico, tórrido y volcánico de su plexo
solar, ser y existencia, donde la canción
llega más lejos, los astros son más radiantes. Esta
es una franja eclíptica.
Entonces,
entre 0º-23º Norte y 0-23º Sur está la probabilidad,
la posibilidad, la potencialidad, la intensidad de los picos más
altos de la radiofrecuencia planetaria. Esos picos los indican los Trópicos,
son nuestros semáforos y calculadores porque siguen las huellas de
los astros. Estas metáforas, descripciones, características y cualidades no
son absurdas ni exageradas, no deben tomarse a la ligera ni están de más, pues no
hay nada irrelevante, superfluo, disfuncional o estúpido en un círculo. Esta
franja o banda muy caliente, donde los rayos solares caen verticalmente, es la
zona nietzscheana del Mediodía de Zaratustra, la que acumula más sol y calor en
el planeta, y por consiguiente, si se aprovechara bien, correcta, positiva,
científica y gozozamente, geopolítica, social, comercial, industrial, cultural,
ecológicamente, daría grandes resultados, altos ingresos y facturas de calidad
y cantidad para el globo entero, como dar comida, salud, tranquilidad, paz,
bienestar, espiritualidad, arte y energía limpia a nivel colectivo. Tiene su
lógica.
Mas
hay un detalle adicional que tomar en cuenta. Esta montaña mágica de franjas
simbólicas y paralelas como señalé previamente tiene un último secreto o rareza.
Al dividir los 30 grados en tres partes iguales o decanatos, podemos calcular
con precisión, como vimos en un párrafo anterior, los astros y los dwadashâmsas del primer decanato de 10
grados a ambos lados del ecuador terrestre y aquí, precisamente, es donde radica,
se genera el esplendor, el resplandor, el rayo o relámpago, el trueno más
grande, conmovedor, intenso, la frecuencia más seguida, la nota más alta, el
psicoactivo y psicotrópico más poderoso y potente. Esta primera división y sus subdivisiones
son el summa cum laude del 1er. decanato, la Primera Casa astrológica del
planeta, su Ascendente sideral. Ésta debe considerarse como el dorado
más refulgente y exquisito de la sección áurea, donde el tambor toca más fuerte, la
quena es más oída, el sitar se escucha
mejor, la tecla del ordenador suena más, el
eco y la resonancia llegan más lejos, el
éxtasis es más sublime y glorioso,
la Divinidad es más increíble, la logia es más auténtica, ad infinitum.
Caracas,
la capital de Venezuela, se encuentra a 10º 30' Norte, o sea, su territorio, a
excepción de pocas islas y del Archipiélago Los Roques, encaja perfectamente en
la zona de máximo esplendor, resplandor, espalmador, abundancia, variedad,
intensidad, astralidad, diversidad y fecundidad. ¡En consecuencia, esta nación
tropical y su región geoespacial, celeste, atmosférica, biosférica, puede
catalogarse como un sitio actínico, helíaco, privilegiado, fuera de lo común,
excepcional, desde todos los puntos de vista, puesto que lo tiene casi todo sin
exagerar, en grandes cantidades; sin embargo, nada es perfecto, esta nación adolece
de un grave defecto, un terrible mal y handicap: sus habitantes son demasiado
peleones, no se ponen de acuerdo, no saben hacer sinergia y simbiosis, no usan
tanto la cabeza y demasiado los pies y entonces dan demasiadas patadas como los
caballos cuando se alteran, no le sacan provecho sagaz, ordenadamente a lo que
tienen, no administran correctamente las increíbles y cuantiosas riquezas que
Dios les dispensó gracias a la diosa Fortuna, por kharma y dharma, y
pareciera que fueran ciegos, sordomudos e inconscientes. ¡Eso da pena,
realmente es una gran desgracia, pareciera un castigo, una horrorosa, temible, terrible
y preocupante prueba y desafío para un pueblo tan desorganizado, despreocupado,
botarata, infantil e indolente a veces; pero la verdad sea dicha de paso, tanta
ignorancia, desorden e ilusión trae malos resultados y la falta, la culpa mayor
la tienen sus gobernantes inicuos, egoístas, bandidos y maleducados, que no saben
diferenciar entre leche y magnesia, probidad y estafa o robo, juerga y borrachera o fiesta y celebración, Socialismo
del Siglo XXI o visión emancipadora de un Sucre o un Miranda! ¿Podrá algún día
este país bendito quitarse de encima la pava o mala suerte que la persigue
desde 1828, desde que se le prohibió a Simón Bolívar entrar de nuevo a su
patria querida y se le desterró quienes lo adversaban y odiaban obligándolo a
morir, demasiado joven y enfermo, en Santa Marta, Colombia, no lejos de
Cartagena, de donde pensaba zarpar hacia Europa, triste, melancólico, débil? Han
sido pocos los días que han visto a Venezuela surgir del montón de naciones
latinoamericanas erráticas, plagadas de ladrones, desleales y patanes, de pobreza
y atraso.
Creo
que esta zona de 23 grados al norte y de 23 grados al sur de la línea del ecuador
(que coincide por ende con la oblicuidad
de la eclíptica o inclinación del eje
de la Tierra respecto a su línea ecuatorial terrestre a 23º26'14" y su perpendicular a la ecliptica mientras
rota y se bambolea alrededor del Sol es clave e importante por muchas
razones, también ahora en esta Era del Kali Yuga, que está por acabar, mientras
pasamos por el Cinturón Fotónico y las Pléyades no dan un abrazo. Esta
inclinación del eje de la Tierra que se mide con exactitud en los equinoccios
de primavera y de otoño cuando el eje retrograda 0.47" cada año a lo largo
de la eclíptica en lo que se ha llamado la
precesión de los equinoccios y donde ahora el Punto 0 queda a 5º de la constelación de Piscis, o a 0º
de un Aries tropical y eterno, como piensan los ignorantes y nada científicos
astrólogos tropicales, es superior en gracia y tenor a la sola línea 30º Norte
y 30º Sur que muchos esoteristas consideran sacrosanta porque allí, en ese
paralelo y latitud se hallan Giza, Houston, Lhassa, Jerusalén, Isla de Pascua,
etc. Para ser ecuánimes y objetivos en nuestras aseveraciones y deducciones podríamos
considerar esta latitud o paralelo 30 como una línea de exhalación, máximo
desprendimiento y sublimación, despedida y renuncia, y eso es cierto, válido,
puntual. Pero no estoy de acuerdo en afirmar que 30º Norte y 30º Sur sea la
cúspide, la corona o coronilla de un todo porque el resto de la montaña mágica,
sagrada y/o profana, de la rosa blanca o del arcoiris, va de 0º a 30º Norte y de
0º a 30º Sur. Y en verdad que son 2 las montañas o triángulos equiláteros que
se unen por sus bases y que hasta se interpenetran en un sitio milagroso para
formar un hexagrama o Sello de Salomón con sus cimas en los Trópicos o una
Svástika de Oro emanando de una Rosa Blanca central, como muestro en esta
página, creada hace casi 30 años para El
Peregrino Estelar. Ya en 1988 sabía que el ecuador terrestre y el ecuador celeste
eran hermanos de sangre y espíritu y que ambos giraban alrededor del centro de
la Galaxia, el Sol Manásico.
En
fin, a mi entender, las verdaderas y reales fronteras, las áreas de mayor
expansión y potencial, y a veces de
mayor trascendencia en ciertos aspectos claves son las demarcadas por los dos Trópicos
de Cáncer y Capricornio, también por la demarcada y muy intensa del primer decanato, entre 0º-10º Norte y 0º-10º
Sur, que es infrarroja y roja por antonomasia, mientras que el paralelo 30º N y
S es violeta y ultravioleta por excelencia. Así que en verdad son dos las áreas
claves de 30 grados y las razones son dos: una, geofísica, geodésica,
cartográfica; otra, astrofísica, astronómica, astrológica, celestialmente
numismática. Por eso mismo existe la figura del Kalapurusha en el Yoga: el Hombre Cósmico que junta la cabeza con
los pies arqueando su cuerpo, donde, metafórica y simbólicamente hablando, la
cabeza orientada hacia el cielo atrae los pies que antes estaban sobre la
tierra y que por impulso y voluntad propia se juntan (en la cabeza) y así ambas
extremidades se pegan en armonía, como diciendo "pon tus pies donde tu
cabeza (mente, conciencia, yo superior) te indica, señala. Y eso es lo que los
humanos deben hacer: juntarse en armonía, unir los extremos, contrarios,
opuestos, el masculino con el femenino, ad
infinitum. Si los humanos lo comprendieran en todas sus formas, variantes,
matices, significados, y aplicaran en sincronía mental, espiritual y creativa
sus inteligencias, conocimientos, valores, dones y herramientas, la Tierra
sería una orquesta, un Edén, un Paraíso Terrenal. Es más, entre los dos Trópicos
yace la Tierra Prometida o por lo menos la Llave Maestra que abre cerraduras y
portales si sabemos hallar la correcta, darle vueltas y empujar. Con la puerta
abierta entra oxígeno, otra vista. ¿Cuándo lo sabremos, cuándo haremos esta
labor en grupo, cuándo irradiaremos dicha, armonía, amistad, prosperidad y
progreso sin trabas?
Muchas
veces comparto absolutamente lo que leo en los libros, artículos, documentos y
diversos textos sabios, profundos y esclarecedores, pues noto algo que me
contenta mucho: ciertas verdades son captadas por muchos individuos a la vez, eso
crea un buen clima de entendimiento, paz y tranquilidad. La gota primordial y su extraordinario
sonido -AUM- es la base, el origen de la filosofía metafísica y mística a la
que se le ha dado curso y regado en los corredores y aulas de la Alta Tradición
Esotérica, Rosacruz o Masónica a lo largo de las Edades y los Eones. Una y otra
vez llegamos a la misma conclusión: estamos hechos de las mismas partículas y
subpartículas atómicas, notas musicales, elementos primordiales, esenciales,
que los luceros, gases, colores, matices, polvos y componentes astrales. Pareciera
que somos en imagen y semejanza iguales a las manifestaciones celestiales de
toda índole y demás maravillas hechas por Dios Arquitecto o Ser Superior
(Suprema Inteligencia) que por medio de su Aliento, Respiración, Verbo, Actos y
Prodigios ha hecho posible, factible, que entraran en una interacción,
sinergia, simbiosis, sus 4 Vientos Naturales o Direcciones Cardinales, para que
haya vida, destino, propósito, pudiéramos en consecuencia sentir, pensar, saber,
que no fuimos hechos y rehechos al azar, por casualidad o accidente, a la loca,
sino todo lo contrario, gracias al fósforo y al azufre de Su inefable constitución
como seres que pueden evolucionar o involucionar según nuestras acciones y miras.
Al fin y al cabo, el objetivo, la razón de tanta creación, recreación, ascenso
y descenso, tanta energía, fuerza gravitatoria, concentración, resolución, inspiración,
disposición, combinación, interacción, ensayo y error o experimento (sí, tal
cosa no es pecado porque el libre albedrío lo cuenta y respeta la Divinidad) es
crear conciencia, superconciencia, hacer que cada elemento creado por Dios
signifique, adquiera significado, actúe inteligentemente, sabiamente, en verdad
y en realidad, para que los 4 elementos fundamentales (oxígeno, nitrógeno,
hidrógeno, carbono) logren su propósito, razón de ser y acción, en sincronía
con nuestro espíritu, alma, cuerpo, aura, entera y completamente, en armonía
plena lo más posible.
SER
es tan esencial, valga la redundancia, como SABER, y ambos deben combinarse y trabajar
bien, coordinamente, para que haya FELICIDAD y ALEGRÍA. Por eso, e insisto
tanto en esta condición, la meta de todo gobernante, político, mandatario, como
se quiera designar al servidor público, al menos en teoría, es trabajar para el
bien público, general, arar para la armonía, la dicha, la plenitud, la riqueza
colectiva y estabilidad de los pueblos y no solamente de una élite o minoría
selecta y privilegiada (como ha sido el caso a lo largo y ancho de los siglos y
milenios desde la Era del Mesozoico en el interior de Pangea, el primer
supercontinente que albergó por primera vez a seres inteligentes del Cielo y nuestros
primeros y lejanos antepasados superhomínidos y ultrafísicos de los cuales
descendemos vertical y horizontalmente. Cuando un gobernante no es bueno ni se
ocupa de fomentar la felicidad, la paz y la prosperidad general debe ser
revocado, sacado, expulsado del cuadrilátero, porque se convierte en un enemigo
público No. 1, una piedra en el zapato de la sociedad. Así pasará con Donald
Trump si no cambia por dentro y deja de trastornar a los pueblos porque ¿qué
hay de bueno acabar como Napoleón, Josep Stalin o Atila? Las revoluciones no suceden
por casualidad, y menos todavía las sangrientas y sanguinarias. El pueblo se
cansa de arrastrarse y someterse a obligaciones, impuestos, injusticias, dolos,
guerras, fricciones, pesadillas, sufrimientos y penalidades. Lamentablemente pareciera
que las tiranías y dictaduras no dejan de adormitar e hipnotizar a los
terrícolas y las opresiones y sojuzgaciones se suceden unas a otras con
demasiada e incontrolable furia y endiablada repetición. Todo esto es malsano y
perverso, salvaje y canibalístico, casi nada termina bien si comienza mal, y la
historia humana se asemeja más a una montaña rusa alocada, demencial, infernal,
si no se le pone freno, moderación y modestia. Hace falta un gran viraje. Confío que éste se hará para cuando hayamos pasado al Siglo XXII.
En
suma, nada nos separa del Orden universal, porque no hay nada inusual, raro,
insólito, inexistente en nuestro fuero interior que no esté también original y
premeditadamente en la composición y constitución celeste, la raíz cósmica, y
ésta misma es la que todo aquel y aquella que busca la Iniciación debe perseguir:
cómo ser uno o una con la raíz cósmica, el Ser de Dios y del Universo, el Mahâ
Chohan de Todos. Esta interrelación y fundamento deben conocerse, estudiarse,
memorizarse lo más pronto posible, desde la célula, el gameto, el útero, el
nacimiento, el hogar, la escuela, la calle, el campo, etc. Las personas y sociedades
que se desean civilizadas deben tenerlo muy presente siempre. En fin, en dos
palabras, nada como la democracia aristocrática, que busca la elevación, el
refinamiento, la excelencia, la riqueza, la nobleza moral y material, porque el
equilibrio es fundamental. Todos los seres humanos debieran ser metafísicos y
muchos, místicos y adeptos, y mientras más numerosos sean los aciertos y despertares
y más brillantes y reveladoras las iluminaciones más será posible que la Tierra
devenga un día un sitio más feliz, productivo, saludable y prometedor, como
Dios manda. Como tantos y tantas más desde mi juventud he trabajado de sol a
sol para que este fin, esta meta sea posible, probable, en Venezuela y el orbe
todo, y creo que por medio de todos los paralelos, todas las longitudes, todas las
latitudes en combinación y entreayuda podremos hacer de la Tierra un planeta
bello, sano, brillante y pródigo.
Las renovaciones, revoluciones, metamórfosis, son necesarias y saludables. Los humanos deben conocer estas curvas sutiles y adaptarse, eso mismo le sucede a sus células, moléculas, átomos, neuronas y órganos. Sus cuerpos se renuevan las 24 horas. Nadie es intocable o permanece igual. Podríamos vivir miles de años, mantenernos jóvenes, sanos, aptos para afrontar varios ciclos de vida, usando el 369=0: la renovación incesante. Nadie es inmune, ajeno a la sabiduría/ciencia de Dios cuando formó la Galaxia, la Madre Perla. Sus yods, los elementos que la conforman, nos pertenecen. Es parte de la Unidad Original que el Gran Hermes nos ilustró al edificar la Gran Pirámide de Giza, de todo gran monumento pétreo o legado en papel o arcilla para que no olvidemos, lo tengamos presente, no penemos tanto si se presenta una de esas curvas inexorables. Recomiendo pues anticiparse, guardar, apilar cosas, víveres, el corazón, aumentarnos, para cuando hayan cambios. Tras primaveras y veranos vienen otoños e inviernos y más. Hay que reforzarse e interiorizarse, si fallan elementos que nos nutrieron y mentalizaron. Las naciones deben poder recuperarse, así sus poblados y regiones sufrirán menos en los momentos de carestía, hambre, desastre. Hay que prever y superarse. Dios avisa y nos alerta en numerosas ocasiones a través de profetas, videntes, animales, oráculos y prodigios. OM. Que Dios nos bendiga sin excepción.
Dedico este trabajo a mi hermano de orden, José Gómez Oriol, quien vive ahora en Madrid, de cuya partida no me he podido recuperar todavía, y a mis queridos amigos y amigas regados aquí y allá por diversas causas, como Nicomedes Zuloaga Pocaterra, Alberto Berrizbeitia, Víctor Higuera, Bilel Mallouk, Linditi, Jane, Mayeya, Federika, Mariana, Kin, Kina, Champagne, Buddhi, Karamella, Nevado, Muñeca, Nicolás, Sasha, etc. Venezuela está muy mal ahora pero este año 2017 comenzará a enderezarse axialmente aunque con dudas, titubeos, equivocaciones y reformas. Por favor, no la descuiden en estos días malos y tristes e incluso de gran vergüenza. No pierdan la esperanza, la patria tiene una gran misión de luz que cumplir y no todo está perdido. La antorcha de Dios sigue brillando que Moisés ve desde su dimensión atemporal. Avanti, pues!
Andrés
J. Ansolrâ Boulton Figueira de Mello 37.1∴