En reglas generales pienso que cuanto crece en el
subsuelo y la superficie de un país debe estar en manos del Estado, del Bien
Público o Bien Común, porque sencillamente, en muy pocas palabras, cuanto
produce la tierra no le pertenece a ningún humano en particular o en exclusiva.
Le pertenece a Dios, el Supremo Hacedor o Terrateniente, a la Sociedad, y así ha sido y será
siempre, gústele o no a un humano diminuto o microscópico, según estándares cósmicos.
Esta reflexión y necesidad de expresar mi opinión me llegó al leer sobre la próxima
elección en segunda vuelta en muy pocos días en Argentina. No entiendo a los
políticos, así como a los empresarios, industriales, comerciantes, financistas y economistas en general y sus vanas, superficiales y estereotipadas discusiones sobre la
economía privada y/o la economía estatal, que si capitalista o comunista y
socialista o híbrida, que si de derechas o izquierdas. Discusiones vanas a mi parecer
pues se ha podido comprobar que la corrupción, el robo, el abuso y la mentira no
son exclusivas de un sector u otro de la sociedad. El problema está en la
cabeza y en el corazón del político, del funcionario, que si roba, esconde
dinero y se aprovecha, es porque en el fondo es un ser egoísta, sin escrúpulos,
malandro, que hace lo que sea a su antojo para sacarle provecho a su posición
y gestión, y eso lo puede hacer tanto un capitalista como un comunista o
socialista, un militar o un civil, un académico como un analfabeta. Malandro y malandra es cosa de ADN-ARN y genética. Insisto que lo mejor del mundo debiera importarse, incluirse y adaptarse en Venezuela.
Lo único que posibilita que un
humano en un cargo alto o mediano a nivel público no sea un corrupto y oxidado es que haya sido
bien educado e instruido, sea un iniciado o una iniciada esotérica y
espiritualmente hablando, o sea, una persona buena y generosa con valores éticos y morales suficientes, que lo
ayudarán y esclarecerán y le harán ver que al Estado (su Familia Mayor, en dos
palabras) se le debe servir y no sacarle la leche a como dé lugar y esconder lo
que hace a los ojos y oídos de los demás. Como dije, el problema está en su
cerebro y su alma y no en un fajo de billetes con el cual comprar a un representante del Gobierno. ¿Cuándo entenderán esto los políticos, los ideólogos, quienes hacen negocios y
escriben sobre economía y finanzas, planes y programas de Gobierno, hacen edificios, construyen centros comerciales, avenidas calles y autopistas? Y que no se
crea que la tierra no nos observa, no se da cuenta de lo bueno o malo de
nuestras intenciones, sabias o deshonestas, progresistas o negativas, altruistas o cicateras. Eso forma
parte de la educación e instrucción, la cultura inteligente y general de los
pueblos: creer que NO estámos ligados con el espíritu de la tierra y los
elementos en general es otra ilusión más, otro ejemplo más de amnesia e ignorancia. Sepamos que todos y todas
estamos formados por los mismos metales y minerales de la Tabla Periódica de los
Elementos y eso significa que hay un vínculo común, invisible y visible a la vez,
entre todos los seres que pueblan un mismo cuerpo celeste. Pero, claro, este
conocimiento no lo comparten los humanos en general que pretenden ser
superiores en todo. ¿Porqué tanta arrogancia y fatuitad, tanta ignorancia y
miopía, tanto cinismo y echonería? ¿No vemos los resultados, no están a la vista? El progreso es savoir-faire.
Así que para ser un buen
político habría que ser ante todo un servidor, una servidora del Bien Personal
General, porque mientras más cultura haya en un país, una nación, una región,
más esclarecimiento, riqueza, abundancia, felicidad, paz, evolución o progreso
colectivo, mejores comunicaciones y gremios más eficaces. Si un político no se esmera en desarrollarse interna y
externamente, peor será su actuación o desempeño, más hueco será su verbo, más
pobre será su fama, y tarde o temprano lo tumbarán de la palestra. La respuesta
a los problemas del mundo yace en la calidad de nuestras escuelas, liceos y
universidades, familia y hogar, profesores, maestros y doctores,
mientras más nutridos y a la mano, mejor, mil veces mejor, mientras
mejores zapateros, mejores zapatos tendremos. Cuando
esto -la riqueza común y la excelencia- abunde todo el mundo lo disfrutará y será bien visto.
No sólo lo percibirán y sabrán los metales, los minerales, los animales, las
plantas, las nubes, los soles, planetas y lunas, todo lo registrará al pelo el
mismo Dios y la misma Diosa, cuanto mueve, agita, dinamiza y sostiene nuestro planeta
y cosmos. Habrán compensaciones.
Es hora que se sepa y
entienda que la política sí es una cosa pública que nos atañe a todos y todas y
con razón, eso sabía Platón. Los bienes, los productos, las riquezas de
nuestra Madre Tierra y sus alrededores (atmósfera, biósfera, magnetósfera,
ionósfera y demás) no le pertenecen a ningún humano en particular, ningún presidente, senador,
ricachón, magnate o científico puede pretender ser el amo de cuanto existe y hay o ha
estado creando desde la eternidad el Supremo Hacedor y sus ministros
plenipotenciarios. Basar nuestra fortuna y caudales de papel moneda en cánones, reglas, leyes
y premisas completamente imaginarios y falsos de paso es absurdo pues crea
confusiones, arbitrariedades e injusticias o desigualdades de todo tipo, como el odio entre
clases, enfrentamientos, rivalidades y guerras interminables. Hay que poner los
pies en la tierra: la realidad de los procesos naturales nos hace o debería
hacer ver que si pudiéramos darnos cuenta que todos y todas somos producto de
un solo y colosal centro de producción planetario, solar, local, incluso
galáctico, si pensáramos más en el Bien Común, el Bienestar General, sin tanta
hipocresía, egoísmo, egocentrismo, egotismo, amargura, nuestros problemas se
evaporarían más rápido y se reciclarían eficientemente. Como ese invento falaz del dinero que
sólo sirve para confundir y distorsionar que un día aboliremos cuando seamos más
racionales y usemos más la telepatía, la visión astral. El problema está en el
poco o peor aún muy mal uso de nuestras neuronas, neurotransmisores, enzimas,
genes, gama y línea hereditaria que debiéramos limpiar y sanar lo más posible
porque para eso está la medicina cuántica, neural, tradicional,
divina. Sin embargo, sé que vamos a progresar mucho más, tenemos tiempo todavía,
debiéramos mejorar y regenerarnos, la Humanidad seguirá su curso. No estamos
solos y solas. La Madre Naturaleza aguarda. Buenos y buenas extraterrestres
también. Nuestros amados difuntos igualmente pues sus energías bioastrales, biodinámicas y biodiversas comparten nuestro aire, radiaciones, vibraciones, ondas y frecuencias de longitud astral. Tesla (acá en una foto) lo sabía y sus descubrimientos prueban que los seres humanos producen chispas y emiten y reciben luces, pueden hacer maravillas, si se lo proponen y se ponen de acuerdo en lo fundamental y práctico. Ciencia al servicio del Bien General y Común. Los políticos del futuro serán científicos, artísticos y filósofos, amarán la madera y los frutos de los árboles, cuidarán los ecosistemas. Habrá riqueza a manos llenas. Regresemos a la tierra. Lux. Pax. Amor. Veritas. Fraternitas.
Ideas para que un país se
adelante, su población crezca más y mejore, su poder se incremente, su nivel de
vida ascienda:
Un país digno no debiera retroceder por nada del
mundo. Si se cae hay que darle la mano.
Un planeta no puede darse el lujo de desechar
buenas ideas y técnicas nacional e internacionalmente ya que la cooperación es
asunto de inteligencia y sabiduría.
El ingenio, la invención y las novedades deben
ser puestas al servicio de los pueblos.
Nadie y en ningún lugar del mundo debe estar
desempleado, segregado, abandonado y desdeñado porque todos y todas tenemos
algún talento y don, alguna enseñanza que recibir o transmitir.
El trabajo creativo y remunerado es esencial
pues así se elevará el coeficiente humano, su genio e imaginación, y toda la
Tierra se beneficiará de un modo u otro tarde o temprano.
Los seres humanos no fueron hechos por Dios para
matarse entre sí sino para ayudarse y fraternizar. Ponerlos a pelear es lo más
estúpido y nocivo que hay.
El buen consejo y la diplomacia obran
maravillas.
La discriminación a cualquier nivel es
perjudicial y destruye patrimonios y matrimonios.
Nada más insensato que un líder necio y
arrogante o petulante e hipócrita.
Caracas, 6 de noviembre de
2015