Arriba. Símbolo gráfico egipcio del alma libre, el espíritu sabio y volador de la
superconciencia. Abajo. Pirámide y
templo en Deir el-Bahari. Valle de los Reyes, próximo a Karnak y Luxor,
diseñado y construido por el sabio, ilustre y polifacético oficial de la corte,
astrónomo, cartógrafo celeste, consejero y maestro arquitecto, Sen-En-Mut
(1513-1460 a.C.), en tiempos de la extraordinaria reina faraona Hatshepsut,
quien gobernó Egipto antes del magnífico reinado de 34 años de su sobrino, el rey
faraón Tutmosis III de la Dinastía XVIII, una de las dos Dinastías egipcias más
espectaculares (la otra es la Dinastía XIX donde sobresalieron Ramsés II y
Ramsés III). Este impresionante y hermoso complejo de edificaciones
cívico-religiosas, cercano a las Tumbas de los Reyes y las Reinas, es un
testimonio más de los muchos que nos legó el pasado milagroso, prodigioso y fuera
de lo común del Antiguo Egipto que sigue llamándonos la atención como ninguna
otra cultura exceptuando la maya en la América Precolombina. Lo grande de la
civilización del Nilo es que en todas sus épocas, desde que la fundó hace menos
de 12.000 años la familia real de Horus, el primogénito del Alto Iniciado Osiris,
el Mesías atlante en el período de la última extinción y posterior mudanza de
la civilización atlante a tierras marroquíes y posteriormente nilóticas, quien escapó
envuelto en una mortaja de cuero de toro de la isla Atlántida y fue enterrado
no muy lejos del hoy desierto del Sáhara tras darle las últimas señas a su hijo
Horus y su esposa Isis, es que siempre contó con un sacerdocio avizorado y preclaro,
aunque a veces muy sectario, dividido y fracturado, una élite de grandes y
ambiciosos hombres y hembras que, a pesar de sus agendas ocultas y pequeñeces,
pudieron portar durante varios milenios la flama espiritual y material por todo
lo alto, incluso cuando Alejandro Magno y sus últimos descendientes en
Alejandría debieron bajar la cabeza en tiempos de Cleopatra frente a las
huestas romanas del César. Pero pienso que esta grandeza no hubiera podido durar
y sobrevivir tanto, si no hubiera habido, entre otras razones, ese combustible
esencial de la Alta Tradición que era y es el elemento-m, llamado por los sabios egipcios MFKZT y ahora ORMUS u OR DÖØÕ KHAN, como yo lo conozco hace
años, mucho antes de oir hablar del oro blanco monoatómico que me hicieron
conocer gradualmente el Maestro Orfeo Blas y la semidiosa Hathor de una manera
que me parece ahora casi increíble, porque la transmisión del mismo a mis
propios archivos akáshicos resultó ser sutil y discreta, casi imperceptible.
El polvoroso
oro blanco soberano del rey o de la reina como del Rey Mayor en el Universo
es parte de la Herencia de los Muertos (pero sin cenizas mórbidas). Debemos respetar
este testamento, honrarlo, cuidarlo, mantenerlo y usufructuarlo con la razón y
la intuición de quien sabe el gran valor y responsabilidad que tiene entre manos,
igual a que si se tratara del mísmisimo Testamento del otro avatar, Jesucristo,
tan parecido a Osiris y Dionisos. Los ciclos están en uno, incluso los eones.
OR DÖØÕ KHAN
Este es
el oro soberano
no hay
ningún otro por encima de él
por la
Gracia del Ser Superior de Todas las Galaxias este otro hizo este mundo y los
otros
conocidos
o desconocidos por la raza terrícola (y demás razas celestes)
que
sigue sin entender que se le debe todo a la estrella alrededor de la cual
revolotea
como
mosca o mariposa que ignora que también tiene oro y platino en su interior
todas
las gemas del Universo todos los tesoros habidos y por haber
que le
llegaron por ósmosis y endósmosis de los recónditos del Kosmos
pero los
humanos en su existir ilusorio y cínico no se dan cuenta todavía
que lo
tienen todo y sin embargo lo tiran y pisotean todo
como si
el Un iverso girara alrededor de sus egos
porque
no se conocen bien a fondo y se enfrascan en discusiones interminables
van de
un lado a otro sin parar como locos de perinola
no se
paran a verse sus almas a estudiarlas con lupa y rastrillo
sin
darse cuenta que provienen de los dioses y las diosas que habitan en los soles
gigantes
sin
saber qué hacer con sus almas desorientadas y confundidas por un supercúmulo de
banalidades
zoquetadas
sandeces ridiculeces tonterías y frivolidades que se pierden de vista
por eso
pongo este aviso del OR DÖØÕ KHAN en
la cima de muchas montañas y por las nubes
para que
se sepa que lo grande de la civilización siempre tendrá que ver
con lo
que resplandece y deslumbra sin miramientos ni pequeñeces
donde lo
sórdido brilla por su ausencia y no hay lugar para los egoísmos
tan
humanos y numerosos como granos de arena en una playa cualquiera.
Busca tu
propio brillo y envía tus rayos a todos y todas sin pararte a examinar
si lo
merecen y aprueban porque a fin de cuentas nadie tiene el escalímetro
con que
se miden las almas y sólo quien se abrillantó con el metal divino
sin
vanidad y torpezas morales y filosóficas
tiene
idea de lo que le corresponde y le adjudica Dios y la Diosa Némesis de la
Justicia
con tal
que no pierda los estribos y no le suban los humos a la cabeza.
En todos
estos años he encontrado muy poca gente con quien hablar del oro divino y lo
sublime
porque a
decir verdad y ciencia cierta es escaso el interés mostrado por atender lo
sublime y lo real.
LO REAL
ES LO IDEAL LO SEÑORIAL LO INMORTAL.
Caracas,
8 de enero de 2014