El término "maestro"
o "maestra" significa que se es un señor experto, competente, diestro,
y, por consiguiente, capaz de demostrar, persuadir y fecundar. A quien enseña,
muestra, representa algo que los demás puedan entender se le considera un
maestro, una maestra, ya que él y ella sabe de lo que están hablando y su
conocimiento es una luz o una aproximación a ella, en medio de la oscuridad
reinante en las mentes de quienes lo escuchan. Platón y Aristóteles sabían de lo
que predicaban. Todo comienza y termina por la educación y la instrucción mas no
quiere decir que exista una verdad irrefutable, eternamente fija y dogmática, que
excluye interpretaciones y sensibilidades. Igual que una composición musical,
que tiene interpretaciones y variantes, la maestría también está sujeta a
cambios, variaciones (sobre un mismo tema), opiniones, debates, ajustes, porque
la Verdad es también mutable y se modifica a medida que el conocimiento se
amplía y, como toda cosa, no hay nada en el universo del conocimiento que no
sea mejorable o perfectible. La Perfección no es letra muerta, es una materia espiritual
muy viva, que puede renovar en un momento dado lo establecido. Por eso, para los
antiguos filósofos los dioses Adón, Adonai, Adônis (de donde viene el término ADN, el patrón genético
polinucleótido) y Tammuz o Dumuzid ejemplificaban la eterna renovación
presente en la Naturaleza, el modo de ser de la sociedad y la naturaleza
humana. al adaptarnos a los cambios, mutaciones y variaciones, sabremos que
para Dios no hay límites, fronteras ni imposibles. Todo es un perpetuum mobile, un mirabile dictu, como entendí temprano en
mi vida, y no debemos extrañarnos o rabiarnos.
Los terrícolas vivimos en un
planeta más bien barbaro, todavía muy atrasado y salvaje, por la razón
siguiente: las masas, salvo en casos excepcionales, no tienen acesso a un
conocimiento privilegiado, un código de leyes, reglas y principios éticos de
elevada categoría y excelencia que las masas respeten adecuadamente y los pongan
a vibrar positiva y creativamente. Seguimos estando a estas alturas de la
Evolución y del Origen de las Especies, que connotados naturalistas, biólogos e
historiadores han analizado, sujetos a una especie de amnesia e insensibilidad
de los sentidos que nos confunde y hace creer en ilusiones, espejismos, fantasmagorías,
desviaciones, malformaciones e interpretaciones equivocadas que nos hacen
pensar reiteradamente que la calidad (de vida, de ser) es cosa de brutalidad,
bestialidad, incultura, crueldad, dureza, fiereza, competencia feroz,
rapacidad, saña y sadismo o astucia, perfidia y aprovechamiento inmoral. o subrepticio.
Por ejemplo, basta ver cómo las películas y series de televisión más
demenciales y sórdidas, y con creciente repetición, ganan en popularidad,
estima y aprecio. Cada vez más las masas se regodean con los peores ejemplos de
impiedad e inhumanidad y prácticamente lo que más perdura en la mente de las
masas son los malos ejemplos, aquellos donde reina la traición o la puñalada
trapera, el más puro salvajismo, las escenas más sangrientas y sanguinarias, la
locura y la estupidez más soez e inexplicable sin mesura de ninguna especie
para lo que no es necesario pensar mucho sino más bien quedarse atado a una
silla o poltrona. Esto no ayuda en nada a la evolución de nuestra raza tan híbrida,
cruzada y herida por periódicos desastres, catástrofes y cataclismos naturales
que la desajustan cuando suceden dejaándola paralizada y aterrorizada. Este
teatro de operaciones cambiará cuando los terrícolas lleguen a un entendimiento
real, sano, con las potencias cósmicas y sobrenaturales y controlen por medio
del amor y del pensamiento sagaz los fenómenos climáticos, telúricos, ígneos,
aéreos y acuáticos y galvanicen al fin lo que los antiguos dioses del Bien y la
Luz querían para nuestros primeros genitores que se aventuraron hasta la
primera Tierra y llegaron a bordo de rocas, llamas y hielos celestes bajo la
forma de microorganismos o bacterias. Pero de esto no se habla mucho ya que
aconteció muchos millones de años atrás y son contados los humanos que
recuerdan claramente estos sucesos nebulosos e impactantes o les dan crédito Si
todo yace en nuestros cromosomas y genes es hora de entrar en contacto con
nuestro Yo Superior para entender que, si nuestra raza pudiera
hipersensibilizarse a nivel psíquico y mental, sería capaz de recordarlo todo,
saberlo todo, conscientizarlo todo, abrillantarlo todo de nuevo y
resplandecerlo. Visto lo cual nada debiera ser imposible para que un nuevo
egregore se afiance sobre la Tierra y podamos entrar como habitantes de un
planeta mejor a la Alianza de Logias del Reino de los Cielos a la que Grandes
Seres, machos y hembras de elevada estatura física y/o moral, nos han hablado y
enseñado periódicamente dándonos a lo largo de las eras varios ejemplos de
sobrada categoría y brillantez.
Sin duda alguna creo que hoy
nos hallamos de nuevo en un período de transición
mayor donde es posible que Nuevas Direcciones y Vistas se abran a nuestros
corazones y cerebros. Estamos pronto porque aparezca un nuevo Mesías bastante
más singular, un nuevo tipo de sublimación, exaltación, consagración, reinado. Debe
producirse una nueva destilación que recorra los procesos de transformación y
transmutación. Lo huelo, el aire está lleno de vapores aromáticos. Deben sonar
muchas campanas, xilófonos, timbales, tambores y flautas de pan para que la
Humanidad pueda acceder a portales de luz y penetre al terreno sacro que le
permitirá entender las revelaciones e iluminaciones que los Grandes Seres de
Luz nos manifestaron anteriormente una y otra vez pero que lastimosamente
fueron tan mal entendidas y apreciadas. Y mismo si estos Grandes Seres
aparecían en medio del caos, el desorden, la incomprensión y la discordia, no
debemos olvidar que esto no ha sido una excepción. No ha pasado un solo año
solar y tropical (o mes lunar) que no haya sido testigo de un conflicto serio y
grave, una atrocidad, una bestialidad o monstruosidad, a nivel Tierra. Fuimos
inoculados por seres del lado oscuro hace millones de años y el veneno
inyectado sigue latente en nuestras arterias y venas, socavando nuestras
neuronas y neurotransmisores, distorsionando y deformando nuestros çakrās.
El pecado original fue darle la espalda al Dios Benefactor, creernos tan
arrogantes y soberbios como intocables y pensar que no somos parte de un
sistema de ayudas mutuas y compensaciones morales y filosóficas. Nada más ajeno
a la Verdad, a un sistema de interrelaciones atómicas que van de lo infinito
microcósmico a lo infinito macrocósmico y atraviesa el corazón, el alma. Si no
cultivamos la unión y lo único, jamás llegaremos a lo unitario y la unidad que
gobierna todas las partes del cosmos.
La religión es más metafísica
que física, más mítica que histórica. Al menos sus bases han sido siempre una
cuestión de creencia, fe y sabiduría oculta más que cualquier otra cosa y hay
que entender que el mito o lo mítico no significa irracionalidad ni paja o absurdo.
Lo que sucede es muy claro, muy sencillo, y hay que entenderlo desde una
perspectiva superior y objetiva. Lo religioso y las religiones son un cúmulo de
conceptos, ideas, nociones y verdades relacionadas con principios morales,
hechos, enseñanzas y vivencias máximas que tienen que ver con filosofías de
elevada estatura, espirituales en esencia y señeras por antonomasia ya que la
meta de la religión o de las religiones sin excepción es elevar, intensificar,
conscientizarlo todo. Es una cuestión de refinación y para emplear un término
usado cada vez más, alquímica, pues se trata de transmutar, transformar lo
grosero, basto, ordinario, etc, y tornarlo fino y extraordinario. Las gentes se
vuelven religiosas porque se sienten vacías por dentro -y quieren llenar sus
vidas con algo que las ponga a valer y las haga más dichosas. Es como leer un
libro, escuchar un disco, comer en un buen restaurante, ver una película buena,
etc. Algo muy normal. Razón por la cual en todas las religiones se habla de
comer, beber, pues se considera la religión como una comida de lo más
gratificante, nutritivo, poderoso, fuerte. ¿Porqué se decoran tanto los altares
y los techos y se alumbran de mil y un modo los templos? ¿Porqué los sacerdotes
se visten bonito, se esmeran en sus vestimentas y las sacerdotisas se hacen más
bellas y cuidan sus ademanes? En todas las épocas los fieles respetan las casas
de la Divinidad y las cosas divinas, tratan de conseguir allí un momento de
paz, recogimiento, apoyo y trascendencia pues esos lugares son santos en
esencia. Su arquitectura, no importa cuándo se hizo, es siempre un lugar donde
los humanos se esfuerzan, oran, para acercarse a su Origen, Principio, Madre.
Siempre ha sido así y siempre será así.
Hago este preámbulo porque he
estado leyendo de nuevo sobre las similitudes, semejanzas y correspondencias o
correlaciones entre Adón, Jesucristo, Horus, Dionisos, Baco, Krishna, Mitra, Attis, Gautama Buddha, etc, y sus vivencias y hechos más salientes tal
como lo recogen y señalan libros serios y eruditos de Historia y Religión
Comparada. Cuando uno se pone a detallar estas similitudes uno se queda muy
extrañado y sorprendido y todo tipo de reacciones nos asaltan y ponen a pensar
mucho. ¿Por qué es que a través de los milenios y siglos -¿hasta qué edad
astrológica pretérita habrá que retrotraerse?- aparecen fechas idénticas de
nacimiento y muerte, milagros, conversiones, ideas, frases y palabras,
sobrenombres y parentelas, ejemplos y enseñanzas, prácticamente con las mismas
connotaciones y simbolismos reseñadas en tantos idiomas? ¿No habrá entonces una
razón esotérica, una verdad sutil y espiritual, una regla mística y cósmica,
universal en esencia, que haga que cada cierto tiempo, cada vez que hace falta,
deba surgir un Gran Maestro, una Encarnación Divina que repita a su vez un
guión parecido y se materialice una verdad importante a muchos ojos que
transforme y una, al menos en cierta medida, a la sociedad descarriada, la
pula, la rehabilite, la corrija y le dé esperanza, robustezca su fe, la reoriente
e reilumine una vez más, sacándola del fondo y del caos. Es posible. Porque el
mundo, el universo que nos rige está hecho de leyes a muchos niveles, grados y
frecuencias, y las espirales que coge la Historia, la Geografía, las
migraciones sociales, los ciclos y subciclos por los que pasan todos los
pueblos, todas las razas, todas las naciones, e incluso los continentes, los
mares, los polos y cualquier cosa que se mueve en los cielos parecen obedecer a
leyes y normas naturales que no terminan nunca, parecen no dejar de reformarse
y reestructurarse así como de interrrelacionarse unas con otra en una
recurrencia eterna que tiene su lógica más allá de las apariencias y cambios
metamórficos y geológicos.
Dios tiene muchísimos nombres,
todos innombrables, no se pueden cuantificar y enumerar todos porque ¿como se
puede limitar y concretar o circunscribir lo ilimitado o infinito, abunda en
todas partes, es idéntico a la misma sustancia presente en los elementos y
forma parte de cada fracción de segundo, minuto, hora, día, semana, mes, año,
siglo, milenio, eón. Todo es apariencia por encimita, vaporoso, cambiante, proteo,
pero emana de una misma Fuente Divina, y por eso los distintos mensajes salidos
de la boca y de los pensamientos de Grandes Seres a lo largo de los siglos y
milenios, porque así lo indican los distintos reporteros de noticias y
escritores de turno, no pueden ser tan distintos si el MENSAJE, aunque escrito
y reportado en muchos idiomas, en distintos tiempos y espacios, es en esencia
el mismo por cuanto Dios es UNO, el mismo de siempre pase lo que pase. El Uno
en la Diversidad forma parte del ser de toda cosa en el mundo abstracto como en
el mundo concreto con constantes vasos comunicantes entre ambos.
Hay que llegar al mito, al núcleo
del asunto, a la médula del tema, al centro de esta cuestión religiosa. Si
distintos personajes con distintos nombres, apellidos y en distintas partes
llegan en serie a formular y exponer los mismos temas, hacen cosas muy
parecidas, viven experiencias parecidas y pasan a la Historia de manera
bastante similar es porque la Divinidad que los habita e inspira así lo
necesita: es necesario subrayar, enfatizar una y otra vez, repetir unos hechos
trascendentales que le den una pátina, un pulido, un destello y fulgor espectaculares,
extraordinarios, imposibles de olvidar, porque la Humanidad, así como las demás
especies de la vida, necesitan que se señale una y otra vez una verdad, una
guía, una orientación que raye profundamente para que la semilla que se quiere
produzca luego un tipo de vida fructífero, deje su aura y no desaparezca. Pienso
que la acción repetitiva no es una excepción. A escala cósmica puede decirse
que es necesario que así como a escala microcósmica nosotros repetimos ciertos
actos, gestos, ciertas expresiones todos los días de la vida, como, por
ejemplo, cepillarnos los dientes, orinar y cagar, acostarnos con un hombre o
una mujer, salir a pasear, etc, también la Naturaleza, pero a escala
macrocósmica, repite sus movimientos, sus fases, ritmos y cadencias, porque la
vida es una continuidad, un paso y repaso de ondas y partículas que necesitan
de un número de fricciones, frotaciones, inducciones, etc, para que la energía
no deje de moverse y trasladarse, penetre, entre a formar nuevas combinaciones
y amalgamas y deje atrás otras viejas e inútiles que ya no sirven más por re o
por fa y no tienen razón de ser.