El Hermano Kadonai
transmutado y transfigurado en Tülku tibetano. Obra del Autor. Caracas. 2013
Un pueblo que no cuida su patrimonio y la
cultura de sus antepasados no puede sobrevivir. Nadie es una isla y tampoco lo
es un pueblo, nación, grupo familiar o social e individuo, por más brillante e
inteligente que sea. Cada quien es parte de una cadena, una serie y sucesión, a
todos los niveles. Los conocimientos y las inspiraciones no nos llegan por
casualidad, por azar, tampoco por accidente. Cada una de nuestras células,
moléculas y átomos posee una memoria que está conectada con la Memoria, el
Espíritu de la Tierra, el Espacio Intersideral. Los pueblos que no guardan
memoria y recuerdos ancestrales no poseen una sólida base cultural, son
pequeños, excesivamente vulnerables, bastante anodinos e insignificantes. La
tierra de Egipto fue, es grande, porque sus líderes e iniciados supieron
conservar su patrimonio que aún lleva al estupor, la admiración y el respeto. Guardaron
para futuras generaciones su alma y sabiduría. Igual han hecho el Tíbet, el
Perú, México, China.
Desde los tiempos de la Revista Haoma, en los
años 1967-1970, he tenido la misma idea, los mismos pensamientos marginales: un
buen y avizorado Gobierno traería a Venezuela (y no sólo a este país) algunas
de las mejores mentes en la Tierra para que siembren en nuestros jóvenes de
edad y/o de espíritu, sin limitaciones de género, extracción social o familiar,
raza, religión y lugar sus conocimientos, experiencias, tradiciones y
costumbres antes de que desaparezcan estas mentalidades de la faz de la Tierra
y se pierdan para siempre sus sabidurías, culturas, técnicas y habilidades
adquiridas en sus existencias que otros individuos iniciados en un campo u otro
les supieron dar, entregar, inculcar, cuando fuere, mientras sus mentes fueran
frescas y permeables.
En dos
palabras, me estoy refiriendo a un cambio de testigo en esta carrera archimilenaria
en pos del conocimiento que las culturas y civilizaciones deben librar a cada
momento si no quieren atrasarse. Traspasar a nuestra vasta región mestiza y
mayormente castiza, latina, afro y asiática, como es Iberoamérica, con alguna que
otra influencia anglosajona, escandinava, hindú, gala, holandesa, judía, árabe,
sino-japonesa, mongol, etc, conocimientos manejados magistralmente en muchas
ocasiones, gracias a la tradición oral y escrita, e impedir que la transmisión
espiritual y material quede interrumpida para siempre y se pierda trágica e
irremediablemente ha sido una constante preocupación desde que el Cielo me dio
la dicha y la oportunidad de viajar a distintas áreas del globo y ver porqué y
cómo hicieron otros pueblos, otras tradiciones, otros modos de vida en los
campos de la educación, instrucción, iniciación, iluminación y supervivencia,
donde se generó progreso, civilización, libertad de pensamiento y acción,
gracias a la interacción y mescolanza de razas y pueblos, para no extinguirse
como grupo, sociedad, cultura, y lograr que la antorcha del conocimiento siga
llameando. Mi pensamiento ha sido este: aunque sucedieren terribles calamidades
y la Tierra fuera a pasar por una involución o reversión electromagnética, geológica,
geofísica, astronómica, parcial o total, la Humanidad no tendría que regresar a
la Edad de Piedra porque al menos en la región conocida como las Tres Américas
y el Caribe, con un pie en la Antártida (desde mi inicio como escritor hacia
1963-1965 la consideré una zona del futuro), sobrevivirían millones de personas
que verían un nuevo ciclo, un Amanecer Dorado. Si así fuere, el idioma español
se convertiría en un idioma muy importante, al menos hasta que inventemos o
descubramos en la Tierra el idioma universal que deberá ser una amalgama o
fusión de lenguas, vocablos, refranes, dichos y máximas. Pero claro hasta el
momento éstas son conjeturas y meras hipótesis que dependerán del grado de
progreso civilizado alcanzado en los próximos decenios de los siglos XXI y XXII.
En dos
palabras, se trata de hacer todo lo posible a nuestro alcance para que el saber,
el arte y la ciencia de vivir mejor, en consonancia con el orden cósmico, no se
destruya irremediablemente por el orden accidental de las cosas y podamos
seguir evolucionando cual raza planetaria próximamente sideral e intersideral.
¿Será factible que algo así pase a ser para salvaguardar parte de lo que
maestros y maestras de otras latitudes y épocas dominaron y conservaron durante
generaciones y puedan absorberlo nuestros jóvenes, incluso mejorarlo,
refinarlo, potenciarlo, magnificarlo? ¿Sabrán transmitir su saber y ser a nuestros niños y
niñas, adolescentes, hombres y mujeres, con deseos de aprender, conocer, ser
más, conocedores extranjeros de distintas especialidades? Una toma de conciencia a nivel general conduciría natural e
inevitablemente a una noocracia, la versión moderna pero mejorada, preconizada por mentes
preclaras, de un Nuevo Orden Mundial, una república democrática universal, que
esbozaron y discutieron Pitágoras y Sócrates, filósofos platónicos y
aristotélicos, y ahora en el siglo XX, Henri Bergson, Vladimir Vernadsky,
Teilhard de Chardin y Edouard Le Roy. Los conceptos de Noósfera y Punto Omega son
el objetivo natural y lógico de la evolución de la mente individual hacia la
Mente Universal. Es una idea muy vieja, no es exclusiva de ningún lugar
específico en la Tierra, pues son muchos los filósofos, místicos, espiritualistas,
matemáticos, arquitectos, ingenieros y naturalistas que llegaron a pensar lo mismo
por cuanto es lógico que al poner a trabajar los çakrās superiores del entrecejo y la coronilla y se
concentre el pensamiento se perciba y sienta que el flujo de energía, que parece tener alas, asciende como por una rampa y converge
en un punto culminante, central, estelar e irradiante. Mediante una toma de
conciencia colectiva la Humanidad verá cómo se cristalizan sus aspiraciones y
realizaciones más antiguas, queridas y fundamentales, cuánta sabiduría se desprende del orden natural.
Ojalá
este Plan de Salvaguarda Integral Terrícola, una emanación e irradiación del Salvador
Plan Kadosh #4.181 y del Plan Mitocondrial de Eva de las Galaxias, que delineé
en El Árbol de 3 Raíces y 10 Copas,
en 2008, pueda llevarse a cabo, porque así se salvará del caos insondable
nuestra raza humana. Será posible, si suficientes personas resueltas y
decididas en todos los ámbitos hacen lo necesario para que puedan venir e instalarse
el tiempo que sea necesario en nuestros países americanos maestros y maestras
que ven en esta región del globo el futuro de la Tierra, inclusive de
presentarse un grandísimo cambio geofísico y astral. Ahora pareciera que por
fin lo que algunos habíamos estado intuyendo, viendo, escuchando y comprobando
a nivel geográfico, geofísico, geológico, climático, matemático-simbólico,
astral, esté convenciendo también a los científicos y políticos dudosos,
indecisos, muy conservadores, incrédulos o escépticos de que efectivamente
podríamos estar a las puertas de un Grandísimo Estruendo en la Tierra que será
desastroso aunque purificador y renovador. Lo que estudiosos e investigadores
independientes, junto con clarividentes, santos y profetas habían estado observando
y presintiendo hace tiempo no son tonterías, palabrerías o simples ilusiones y
espejismos sin ningún piso real. Los últimos acontecimientos climáticos y
naturales en Asia han puesto a pensar a los centros meteorológicos y
capitalistas que hemos entrado a una fase sin marcha atrás que aunque
lamentable se ha intensificado progresivamente. Pero la Humanidad deberá contar
con ayuda extraterrestre e interdimensional para sortear con éxito los próximos
desafíos generales. Así ha sido siempre desde la Prehistoria, los mitos y
leyendas lo sustentan.
Es muy
importante vivir bien, ética y satisfactoriamente bien, de un modo que nos resulte agradable
y atrayente, motivador y encantador, productivo y eficaz, moderno y adelantado,
porque vivir como picapiedras y salvajes lo dejamos atrás aunque algunos y
algunas lo duden o nieguen. Una sociedad civilizada querrá o buscará un nivel alto
de sofisticación, eficiencia, belleza y armonía, provecho y conexión espiritual
y material. Alcanzar un alto grado de civilización, donde la gente viva bien, a
gusto, pueda desarrollar su creatividad y tendencias, dones y talentos innatos
y/o cultivados es esencial y perentorio. Y más aún cuando estamos globalizados
y los inventos tecnológicos nos unen y ligan cada vez más por fuera como por dentro.
Ergo, vivir rodeados de pobreza, miseria, ruindad, atraso, precariedad e
incertidumbre no conduce sino al aislamiento, la degeneración y la enfermedad,
la tristeza y la delincuencia, la corrupción y el mal en todas sus variantes ya
que ningún ser humano o entidad interespacial fue creada originalmente para
vivir mal, pobre, sin gracia, destituido, encerrado, encarcelado, desterrado y desdichado.
Fuimos hechos y hechas para socializar e interactuar (por eso creamos capitales,
ciudades, barrios, aldeas, caseríos), la abundancia, la fecundidad, la alegría,
el bienestar y el bien individual como colectivo por la sencilla razón de que
nuestro Progenitor Esencial a nivel cósmico es Vida Ilimitada e Intensidad Al Máximo, que no sabe de desgracias de ningún tipo, porque
el Ente Supremo es la Perfección personalizada y médica en esencia. Lo
explico más adelante.
Hemos
sido formateados y formateadas por la Gracia por antonomasia: el Estado de
Gracia, Belleza y Maravilla Cósmicas, o sea, por el Espíritu Santo. Pensar lo
contrario es absurdo, no es cierto ni válido y tampoco tiene consecuencia. Es
pensar al revés o patas arriba, con la cabeza en los pies. Además es imposible
por cuanto hay que partir del principio que la Causa Mayor de donde todo procede
es entera, completa, acabada, redonda, ideal, sin parangón. Por eso, cuando veo
cómo se lastiman unos a otros en este planeta me parece una incongruencia, una
costumbre sin razón y loca de atar, una degeneración o perversión del Espíritu
Santo. Observar hasta qué grado de insensatez, furia, crueldad, egoísmo y
arbitrariedad o abuso pueden llegar a ser los terrícolas, cómo respetan, admiran
y se extasían con hechos de violencia y fuerza bruta animal e irracional me
resulta incomprensible e inaceptable además de desquiciante, digna del
manicomio. No lo entiendo y jamás lo entenderé. Es descabellado, no tiene pie
ni cabeza. Al ver cómo se gastan millones y millones de dólares y euros o
bolívares en armamentos, objetos de tortura y violación, máquinas brutales,
agentes pestilentes y corrosivos, audios, películas, libros y documentos de
varios tipos sobre Historia y Muerte me parece no sólo una insensatez sino un vicio,
un crimen que se repite una y otra vez y deja su secuela enfermiza en la mente
y el corazón de los niños, las niñas y los adolescentes cuando ven la tele o
van al cine u oyen letras musicales que son para mí pura mierda mental o
intelectual y psíquica. Y como esta demencia colectiva no surgió ahora sino que
la heredamos de nuestros padres y antecesores y demás constelaciones sociales es
obvio llegar a la conclusión que al principio de la escala evolutiva el Mal o
Pecado Original fue inseminado en nuestros genes en la Prehistoria y la
Protohistoria. Estoy persuadido que, de una manera u otra, son fanatismo,
dogmatismo o sin ellos, buena parte de esta pestilencia viral la causaron seres
celestiales de corte maléfico que vinieron acá a robar, pillar, saquear,
corromper y esclavizar y no amarnos y respetarnos. Estemos claros, las cosas no
suceden por casualidad. No obstante, también sé que algún día la degeneración
del terrícola deberá cesar, está en ley, está escrito en las paredes. Si la
próxima civilización que se implante acá ingresa a una Edad de Oro, que se
generará paulatinamente a lo largo de varios cientos de años, es obvio que para
que esto suceda las personas deberán haber aprendido a vivir en paz y muy bien,
con todos los adelantos tecnológicos, metafísicos, fundamentales o esenciales,
hayan adquirido una filosofía de la vida basada en la creatividad, la armonía,
en equilibrio y respeto hacia el medio ambiente y los elementos, el gusto por el
arte, la lectura y el conocimiento universal en concordancia con los
pensamientos y las acciones de los Hermanos Mayores. Si esto sucediere, y de
corazón así lo espero, llegaremos a la conclusión que bien valió la pena haber
vivido más de una vez hasta habernos liberado individual y colectivamente y superar
las pruebas y desafíos que debimos conocer muy de cerca en condiciones muchas
veces atroces, horribles y terribles, para las que no estábamos preparados
siquiera. Pero así ha sido la historia de nuestro planeta desde la remota
Prohistoria: series catastróficas entremezcladas con épocas más o menos
pacíficas y evolutivas.
No hay
planetas, satélites, lunas, sistemas solares, nebulosas y galaxias 100%
perfectas o estáticas. En todas partes hay algo nuevo que emprender, conocer,
saber, alguna experiencia nueva y retadora a la que se le puede sacar el jugo y
nos beneficie y estimule. Por lo tanto, hay muchas oportunidades y
posibilidades, amén de probabilidades, en las que aumentar la potencialidad y
escalar algún que otro escalón. Dios NO es un tema acabado en un ciento por
ciento; es decir, los números, signos, colores, sabores, formas, sones, que
componen su divinidad son infinitos, incalculables, aunque sí es acabada,
perfecta Su manera de accionar y reaccionar, perfecta en el sentido que siempre
se encontrará una manera nueva de que podamos tratar un asunto, un tema, un
hecho, de un modo que no se parezca a otro antes, ya que además nada en el
universo se repite en un 100% igual que antes, cada segundo cuenta, es único y
original. Cada momento puede constituirse en un abridor o cerrador de caminos y
energías que a su vez se vuelve a expandir y luego se contrae. Eso lo saben muy
bien los artistas, científicos y místicos, los creativos y los niños, en
especial los polímatos, que dominan varias ciencias y materias. Con Dios hay
matices siempre nuevos porque Dios inclina, incita a la novedad y la búsqueda,
es flexible, elástico, ágil, dúctil, plástico por esencia, circular, va y
viene, sabe de picos y bajas, es adaptable y suelto, conductivo y resistente a
la vez. No hay pele ni tiempo para aburrirse con Dios. La espiral logarítmica
es una de las formas divinas predilectas. Por consiguiente, si te encuentras
con un gurú o una gurú que te estimula incesantemente has llegado a un buen
sitio. Aprovéchalo lo más posible. Así tus neuronas, neutransmisores, sensores
y genes se mantendrán encendidas y seguirás creando, mentalizando, trabajando. Trabaja
siempre, sin parar, recarga tus pilas (incluso eso forma parte de la creación o
la recreación pues le das importancia y pones atención al instrumento o
herramienta de trabajo, por ejemplo, cuando le das "cuerda" a tu celular,
computadora, rollo fotográfico). Mientras más actúes conscientemente más podrás
coparticipar en la Creación de los Mundos que no tiene fecha ni calendario
porque ésta no se para por nada del mundo. Así son las cosas, como solía decir
Óscar Yánes, quien nos dejó días atrás aunque ya volverá a reencarnar. Por lo
tanto deberemos llegar a una especie de tülkunización
de la sociedad, si queremos sincronizar y armonizar nuestros deseos
individuales con los colectivos y divinos.
Este último punto tiene que ver con la educación, instrucción, iniciación e iluminación de niños y niñas precoces o superdotados, los infantes triple A, como los denomino yo, habidos en todas las épocas y fases de la Humanidad sin recibir el apoyo y la guía suficientes por parte de sus mayores para encarrilar e intensificar sus dones venidos de Arriba y Atrás. Ningún niñito o niñita nace precoz, adelantado a su medio ambiente, por mero azar o accidente genético. Se ve en su horóscopo, aureola y aura al nacer y crecer. Ya a los 7 años debió dar suficientes luces para que se detecte su anormalidad; pero no siempre las señales se presentan tan rápida y obviamente. Cada caso es particular y los signos del Despertar pueden verse atrasados por traumas sufridos por la madre en el embarazo o sufridos por el párvulo en su infancia. Si el infante se reprime o esconde su precocidad e hipersensibilidad habrá que estimular su interés particular y conducirlo a que lo pueda exteriorizar con confianza y seguridad. De todas maneras la genialidad y el modo de estimularlo no es asunto de velocidad y prontitud. Mozart fue lo opuesto de Verdi. Pero sí se puede trazar una regla más o menos confiable. Cuando la genialidad se manifiesta el sujeto cambia de vida radicalmente, trabaja incansablemente, pareciera que tuviera un cohete flamígero por dentro que lo impele y se vuelve tan extremista, casi suicida e insoportable, que se le hace muy difícil a otras personas seguirlo y entenderlo. En fin debe haber puesto para estos seres eclécticos y eléctricos en nuestra sociedad, ellos son en el fondo mutantes. No son exactamente de nuestro mundo, anuncian el mundo del mañana que un día llegará repentinamente.
Caracas 19-20 de noviembre de 2013