La felicidad es un asunto sagrado que se debe atesorar con determinación y celo.
Semblante del nuevo Eón. Obra del Autor. Caracas. 2013.
Los cielos superiores son
cuatro como son cuatro las direcciones primarias; pero el tercer superior
conlleva un secreto. El séptimo cielo es el de la meditación, la contemplación
y la sabiduría mística. Quien se llega hasta él y practica la meditación
trascendental insurge en el octavo cielo donde reinan las estrellas fijas que
no son tan fijas tampoco. Éstas gobiernan a la mayoría de las almas que aún se
mueven entre las dualidades, los polos o contrarios complementarios de todo
tipo. Un escalón más allá queda el noveno cielo que es el del Pléroma, la
Unidad Primigenia o Absoluto Indiferenciado, la Ley del Eterno Retorno. Hay todavía
un cielo más, el décimo. A éste no hay manera de identificarlo con nombre y
medida o signo, no se le puede conocer ni vislumbrar adecuadamente, es esquivo,
raro y portentoso a la vez, su morada es el arcoiris. El espíritu que lo visita
no regresa y no se le recuerda más, a menos que por fuerza mayor la Divinidad lo
solicite para que interceda ante los mortales, inframortales e inmortales, pues
nadie conoce Su voluntad, ni siquiera los arcángeles superiores.
Mientras más abajo nos
quedemos en la escala jerárquica más densa y pesada será la atmósfera, más
fácil será engañarse y confundirse, más equívoca y errática será la percepción.
Vanidad de vanidades será el lamento, el quejido de quienes se encopetan y
llenan con ilusiones sus existencias poco claras.
"El
espíritu no se atrapa porque sino s'escapa". Eso escribí una pila de años
atrás. Sigo pensando igual. La semana pasada el Gobierno de Maduro creó el
Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. Nada más
descabellado, absurdo y ridículo, amén de falso, y más en un país que viéndolo
con objetividad y acumen es hoy todo menos que feliz, radiante, pujante, audaz
y confiado.
La
felicidad social de un pueblo o país se mide por el estado y nivel de su vida
en general y hoy Venezuela está muy pero muy lejos de que su población viva
bien y menos todavía, bonita y excelentemente. El bienestar social, el bien
común, la felicidad no se pueden decretar así no más, hacen falta un conjunto
de medidas sociales, muy concretas, visibles, funcionales, prácticas, sólidas,
moral y filosóficamente factibles, altruistas e inteligentes para que las
personas viviendo en un país se sientan a gusto y bien, aunque siempre habrán
quienes no alcanzan la felicidad porque ni remotamente es posible estandarizar
o normar una búsqueda, una conquista tan individual, personal, íntima. Para
comenzar nadie es igual a nadie y los caminos para obtener la felicidad son
tantos como son incontables los granos de arena en una playa. No se masifica la
dicha ni la desdicha como si todos los individuos estuviésemos conformados y
ensamblados de la misma manera y bastara que nos echemos un palo en un bar para
pasarla bien y pan comido. Las combinaciones éticas, morales, mentales,
espirituales en los seres humanos son mucho más individuales de lo que se
imaginan nuestros burócratas simplones, poco observadores y analíticos, que
quieren estandarizar a como dé lugar a los seres humanos y piensan que se puede
trazar un camino común, un medio igual para millones de personas a la vez o de
una sola vez. No. No es posible crear una meta igual porque cada uno o una es
un viajero o una viajera distinta, diferente, que en esencia y a nivel de la
personalidad no se parece a ninguna otra y si no fuera así seríamos todos
clones, autómatas, androides sin un corazón y un cerebro sin alma, un espíritu
santo que además está conectado con el Gran Espíritu, Wakan-Tanka, según los
indios sioux de Norteamérica.
Ahora
bien, si los gobiernos aspiran a que la mayor cantidad posible de un pueblo sea
feliz, muy feliz, suprema y maravillosamente feliz, debe comenzar por crear
condiciones de vida de alta calidad y de paso viables, prácticas y
fundamentales, que sirvan de estímulo, empuje, apoyo y atractivo para que las
personan se sientan inclinadas a seguir su propio camino para realizarse y no
se agredan entre sí. Los gobiernos debieran dedicarse entonces a crear,
producir, apoyar, organizar, recomendar todo cuanto anime y beneficie a la colectividad. Es
crucial que se originen satisfactorias condiciones externas que motiven a que
cada quien, individualmente, pueda culminar sus propósitos, objetivos, dones,
talentos, que como ya indiqué no es posible que se masifiquen así no más porque
cada cabeza es un mundo y cada mundo es una metra más del juego infinito del
Ser Supremo que parece no tener fecha ni calendario. Este punto de partida hay
que respetarlo. Si esto hiciere un gobierno sensato, serio, protector, obtendrá
buenos resultados y dividendos y su gestión será agradecida y popular. Lamentablemente
la mayoría de los gobiernos no entienden esto y por eso los golpes de estado, magnicidios,
atentados, revoluciones y derrocamientos son recurrentes, no hay forma de
producir estabilidad y sosiego a largo plazo. Estas interrupciones son el caldo
de cultivo en la sociedad y todas producen una sucesión de zigzags y
desaciertos que minan una franca evolución y/o recuperación.
Ahora,
para motivar, incentivar, sensibilizar la creatividad de quien sea (y hay que
comprender que cada persona es intrínsicamente un ser creativo y original
potencialmente hablando, si se le motiva) es necesario e impostergable
erradicar lo más posible la miseria, la pobreza, la suciedad, la desarmonía,
las "galletas" y "cortocircuitos" físicos, materiales,
cuanto vuelve inoperante, fastidioso, excesivamente lento el tráfico y la
movilidad de las personas en una urbe o en el campo, donde sea. No es posible
que una sociedad sea avanzada, si sus medios de comunicación, a cualquier
nivel, son deficientes, malos, anacrónicos o desfasados. Estoy listando apenas
un ejemplo de mala vida que la sociedad moderna no ha conseguido solucionar y
resolver todavía y en especial en los países subdesarrollados del Tercer Mundo.
Falta listar un ejemplo ético: el de la compasión o piedad. Sin éste no hay
progreso ni civismo.
Lo
malo de nuestra vida entra por los ojos y los oídos, por el gusto, el olfato y
el tacto, por lo que choca nuestros sentidos. Las calles y las avenidas de
nuestras urbes y pueblos medianos o pequeños se han vuelto cada vez más
insalubres, revoltosos, cacofónicos, caóticos e inhumanos, ellos son el
termómetro de nuestras relaciones sociales a nivel colectivo, con nuestras
familias y nosotros mismos, y, si ellas nos miden y sus mediciones nos
encuentran bastante mal, como de hecho es así, debido a la grandísima cantidad
de crímenes que nos amenazan, turban y escandalizan, significa que estamos muy enfermos
y necesitamos con urgencia que nos atiendan, curen, diviertan sanamente. A
nivel espiritual y mental padecemos de deficiencias y desórdenes mentales,
psíquicos o espirituales que deberíamos remediar con mucha prontitud porque
además pareciera que estamos dejando de percibir y sacarle fruto a lo que la
ciencia y la tecnología nos están presentando y nos pueden deparar en un futuro
cercano. Parece que eso no se está haciendo y en este sentido los gobernantes
tienen una gran parte de la responsabilidad pero no toda. La otra parte es
responsabilidad nuestra. Así que el Segundo Mandamiento de la Ley Mosaica donde
se indica y recomienda que cada quien debe velar por su prójimo no se está
llevando a efecto y si se efectuara desaparecerían todas las guerras, toda
pelea inútil o rencilla vana y obtusa.
La
felicidad no se adquiere con una receta o un récipe hecho en minutos y con el
que se cree va a resolver en un santiamén nuestra tristeza o insatisfacción
interna. La felicidad es cosa de cada segundo, minuto y hora de nuestra vida,
consiste de innumerables pasos que damos cada día, y cada uno de estos pasos es
también el esfuerzo, el resultado de un pensamiento, una idea que se encadena
con otra, una sucesión de esfuerzos que debieran concatenarse e integrarse, de ideas
que deben ser sanas, buenas, creibles, positivas, y nos ayuden a ser más
felices y productivos, aun no saliendo del cuarto de cuatro paredes que
ocupamos en un momento dado, sea nuestro cuarto en el hogar, un hospital o
clínica, un aula u oficina. Es precisamente cuando estamos a solas que se libra
la madre de las batallas porque bien se sabe (o debe saberse) que el amigo o enemigo
más grande está dentro de cada quien. Si estamos en paz con nosotros mismos,
habremos ganado juiciosamente una pelea crucial. Por allí se comienza.
La
felicidad viene de afuera hacia adentro, también va de adentro hacia afuera;
depende del contexto fuera de cada quien como del contexto dentro de cada quien
y como nada es enteramente fijo, inmóvil, sino más bien una energía en perpetuo
movimiento, cada persona debe tener el poder de enrumbar esta energía y
distribuirla sagazmente. Todo pensamiento vibra, no es materia ni letra muerta,
vive, emite radiaciones. El cerebro es una caja de resonancia magnética, un
sistema solar eléctrico, telepatía subliminal. Y yo añadiría: ¿tenemos gobiernos
que nos ayudan a controlar y motorizar nuestros pensamientos, emociones,
sentimientos, sensaciones, aspiraciones, sueños? ¿Nos presentan horizontes,
panoramas, exteriores, que nos incitan a vivir en paz, sanamente, o más bien nos
martirizan a cada instante y nos ofrecen, por ejemplo, autobuses destartalados,
calles y autopistas en mal estado, servicios farmacéuticos y médicos deficientes,
paisajes malolientes, playas sucias, aguas pútridas, supermercados mal
abastecidos, alimentos chatarra, etc? ¿Noticias y novedades positivas,
estimulantes? ¿Cumple el Estado con la obligación de crear un estado de cosas
buenas, abundantes y óptimas a la vista o todo lo contrario, nos saca de quicio
y amenaza con tributos e impuestos, nos pone de mal humor y no nos deleita y acomoda?
¿Cómo se puede hacer para que un pueblo sea feliz, productivo, sano, si no se
dan las condiciones materiales, sociales, económicas, financieras, filosóficas,
culturales, para que lo sea, sin exclusiones ni parcialidades políticas que nos
agobien y hieran en lo más profundo? ¿Acaso los gobernantes son ejemplos de
honradez y brillo? En Venezuela no lo constato. Todo lo contrario.
Por
eso querer institucionalizar o decretar el estado de felicidad supremo o superior
me parece una incongruencia. No se puede aplicar. Lo que sí podemos esperar, lo
cual redundará en réditos sorpresivos es que cualquier gobierno que no se pula
y busque la excelencia (abajo la corrupción, fuera el robo sistemático, las
mordidas, los peajes y guisos), no establezca la paz y la armonía por encima de
todas las cosas (no se militarice e incite a la violencia, al choque de clases
e ideas) está destinado al fracaso, la frustración, la decepción, la desunión, la
desdicha, la melancolía, la depresión, y habrá que sacarlo del poder. Por más
dinero que le entre a un gobierno por su gestión económica o financiera o porque
Dios le sembró increíbles recursos naturales, si no le enseña al pueblo buenas
costumbres, buenos modales y no se le proporciona buenos útiles escolares y
vitales para que sobreviva el gobierno será malazo y el pueblo no evolucionará
como debe ser. Posiblemente el problema resida en que los gobernantes y los representantes
del pueblo no son los más idóneos y capaces, no se hayan capacitado e instruido
para ser buenos líderes y guías, no hayan ido a la escuela suficientemente, no
sepan a ciencia cierta qué carajo es servir a la colectividad, dónde y cómo
proporcionarle medios de capacitación y mejoramiento, cómo enseñar a organizarse
y sacarle provecho a cualquier situación por más difícil que sea. Para que esto
último suceda hace falta que un gobierno de altura, notable, muy inteligente,
sepa por experiencia que es posible sacarle provecho a cualquier situación que
se interponga en nuestro camino. Este debe ser un gobierno de maestros y
maestras, líderes en el sentido estricto del término que sepan mandar y
obedecer al mismo tiempo con inteligencia y tacto. No hay otra salida. Si esto
fuera así, será posible que un país con estas condiciones no sea tan desdichado
y desgraciado porque sacará fuerzas de donde sea y sabrá por intuición que la
fuerza de Dios lo acompaña siempre. Sólo hay que descubirla y aliarse con ella.
Lo que significa que los milagros y prodigios y las buenas sorpresas existen,
son de verdad, basta que nos abramos por dentro y no tranquemos las ventanas
del espíritu. Eso decían John Keats y William Blake, dos grandes poetas ingleses.
Como soltar los canarios del espíritu.
Y
este precisamente será el mejor termómetro para que pueda cundir la felicidad
de un modo tan espontáneo y natural que no será necesario decretarlo e
institucionarlo porque un pueblo que actuará así lo demostrará de mil y una
maneras, a granel y al detal. La gente conocerá la riqueza y la opulencia, las
gente viajará con cierta regularidad y complacencia y vivirá en buenas casas o
apartamentos y no en ranchos o casuchas, la educación será de óptima calidad y gratis,
pues se entenderá, finalmente, que el conocimiento, la sabiduría y pericia son necesidades
y cualidades que un pueblo necesita tener a como dé lugar y sin discusiones.
Habrán menos divorcios, menos huérfanos y huérfanas, menos tragedias que nos
destrozan el corazón, menos crimen, delincuencia, vileza y profanación, menos
gente enferma, más alegría, más entradas económicas y más salidas económicas
porque se disparará la producción en todos los aspectos y rincones; en fin, las
gentes entenderán que si se unen y ayudan mutuamente, combinando, confluyendo
sus predisposiciones, todo el mundo sale beneficiado y potenciado. En
consecuencia, no habría lugar para que desbaraten nuestras vidas las tiranías,
los despotismos, los abusos cometidos cuando hay riqueza y prosperidad
solamente para unos cuantos favorecidos por los desmanes de la iniquidad, la
ruindad moral y material. Hace mucho tiempo que un orden fallido de gobernar,
ejecutar, legislar e impartir justicia se apersonó de naciones y pueblos y en
pocas instancias se consolidó un sistema de gobernarnos inteligente y
amorosamente, con generosidad y visión a largo alcance. En la niñez no recibimos
buenos ejemplos, no siempre nuestros padres fueron bien educados, no se les enseñó
a ser mejores sujetos, más responsables y juiciosos, más sensatos y tiernos. Le
cantamos loas a los individuos más crueles, sádicos y terribles de la Historia,
todavía nos enloquecen los circos romanos, las vendettas sicilianas y napolitanas, las peleas vikingas, las
cruzadas temerarias y sectarias, gozamos con cualquier guerra, matanza y horror
sin sentido, nos chiflan las escenas macabras y sanguinarias en Halloween,
Hollywood se regodea cuando una película gana millones de dólares al mostrar un
guión sadomasoquista, una historia insulsa, salpicada con torturas, asesinatos,
traiciones y vilezas, y no debiera sorprendernos si en la calle actuamos cual
locos y locas libres presos de histeria.
Por
lo tanto, pienso que no nos queda otra alternativa, otra opción, otra salida
inteligente que cambiar radicalmente este estado de cosas que nos ha regido históricamente
durante milenios y milenios de nunca acabar. Si no le ponemos coto a esta
condición tan enfermiza y peligrosa, si no nos dehacemos de esta manera de
pensar, actuar y reaccionar, votaremos una y otra vez por los aprendices de
políticos más malos y amenazadores y ellos volverán a confundirnos y entorpecer
nuestro ascenso en la escala jerárquica. ¿Acasamos somos un planeta de
masoquistas y villanos? Sépanlo de una vez: no se puede institucionalizar ni la
dicha ni el amor ni la belleza ni la buenaventura ni el sosiego ni el deleite
ni la risa. Para comenzar los valores del espíritu son del Espíritu de Dios,
ellos no llegan hasta nosotros y nosotras y cohabitan en nuestro pellejo con
nosotros y nosotras, si no trabajamos sobre nuestra condición tan sensible y
voluble a la vez, tan influenciable y permeable como mágica y sorprendente. El
trabajo interno es necesario y la mejor manera de ayudar a que este Yo nuestro pueda
vencer y salir de los huecos en los que puede caer y lastimarse es hacer de la
educación, la instrucción, la iniciación un pensum,
unas materias de estudio y experimentación asequibles a todo el mundo desde la
infancia. Cada quien nació con una misión particular, nadie es inservible,
inoperante o lisiado en un cien por ciento, y sépanlo también, todo tiene
solución, nada es imposible. ¿Por qué? Porque quien creó este Universo es un
Mago de luz, una Maga de luz, que no revela de una vez sus secretos. Hay que
ganárselos, ir tras ellos. Cada quien está en su derecho de ser feliz, muy
feliz, increíblemente feliz, pero si se lo propone, persevera, sabe que debe
ser el artífice de su felicidad. Para comenzar, hay que devolver al Creador
Supremo su regalo de vida. Si el Estado es suficientemente imaginativo,
intuitivo e inspirador para proporcionar adecuadamente las herramientas, las
condiciones externas para que nos volvamos excelentes en al menos una vía, un
medio, se hará honor al Derecho Divino, la sociedad cambiará muchísimo y
seremos infinitamente dichosos y complacidos. Es cuestión de ángulos y ópticas,
tocar un instrumento u otro, ponerse a tararear una canción y soltar una
carcajada. La vida es bellísima. Dios nos ama y acompaña; mas hay que alojar a
Dios en nuestro ser íntimo. Para eso hay que sobreponerse, transmutar y depositar
nuestro granito de arena sobre la gran playa de la vida, no cejar, desmayarse,
tirar la toalla para siempre, levantarse como hacía Muhammad Ali o Cassius
Clay, y seguir hasta triunfar y coronarse. No son meras palabras. Cada quien
tiene su pelea que dar. La mayoría de las personas no han captado todavía que
al luchar con nuestros demonios internos estamos ayudando a Dios a que se
cumplan nuestras metas particulares y de paso difundiendo nuestros mejores
rayos para purificar la atmósfera, biósfera e ionósfera del mundo que Dios nos
brindó. Es una tarea muy noble y justa además la que nos depara la Divinidad
porque de este modo nos convertimos en copartícipes de la Creación. Ello nos
redime y, si vencemos, nos exime de seguir desvariando y cometer unos cuantos desmanes
más que retrasan nuestra evolución y nos liberamos de la laberíntica rueda
samsárica. ¡Adelante, pues, seamos sanadores y constructores cósmicos! ¡Nos
espera el Eón Lechero!
Busca
al Eón que significa varias cosas a la vez
en
varias lenguas de nuestro retablo de maravillas planetario
pues
lo que hay que retener
es
que la superior inteligencia universal
también
está de nuestra parte
en
nuestro ser interior
que
no auscultamos con suficiente interés y poder
porque
si así hiciéramos
sabríamos
cómo corresponder con su infinito amor
hacia
cada criatura de Dios
ya
que ¿quién nos hizo en un momento de transfiguración?
¿fue
solamente el Eón de la Inspiración
comulgando
con la Voluntad de nuestro Arkalión
o
fue al revés: nunca dejamos de existir y ser
al
mismo tiempo pues quien da la órden y la ejecuta
sabiendo
que cada pregunta es una respuesta anticipada
ya
lo ha resuelto y ejecutado?
Por
eso te lo repito: no busques afuera lo que está en tu corazón
desde
la Eternidad que jamás dejó de retornar una y otra vez
y
que es para que puedas brillar y reflejar en tu interior
todo
cuanto es Dios y eres Tú a la vez.
Sírvete
tú mismo y da gracias por tanta comida
que servirás
con el amor de tu diapasón.
Sé
optimista que Dios es lo mejor
y
varias cosas a la vez
del
retablo de maravillas superplanetario.
Caracas,
29-30 de octubre de 2013