Ptah
7.200.000. Maestro constructor. El Máximo de la Enéada egipcia. Versión 6 del Autor. Caracas. 2012. Su piel era verde,
llevaba un bonete azul. Seguramente fue un jefe astronauta que llegó al planeta
en épocas antediluvianas, asociado con Hércules, Draco, Orión, Ursa Major y el
Hiperespacio. Ptah El-Daoud era su nombre. Siendo un adolescente, lo descubrí en
la Quinta Castelania, en un libro cuyo impacto jamás olvidaré.
Cuando comencé a escribir en serio en París, a la edad de 19 años,
después de pasar por mi forzada iniciación en Prangins, cerca de Nyon, en la
Suisse francesa, entre octubre-diciembre de 1962, ciertos temas álgidos, cruciales
y fundamentales estuvieron llamándome la atención gradualmente. Estos temas son
los mismos de siempre, han estado presentes en todas las religiones,
mitologías, leyendas, doctrinas y creencias, en las cosmogonías y cosmologías,
en los ritos y ceremonias, el arte devocional, religioso, gráfico,
costumbrista, por más complejos o simples, antiguos o recientes que fueran. A
medida que trataba de entender el mundo tan complicado como laberíntico que me
rodeaba al final de mi adolescencia un color, el verde, se fue destacando
progresiva y misteriosamente. No era que los demás colores del arcoiris me
interesaran menos pero éste, el verde, y en todos sus tonos y matices me
llamaba singularmente la atención seguramente por razones fotónicas y
alquímicas. Había algo atávico en él que me imantaba poderosamente y por
supuesto ahora, a mis 69 años, 50 años después de haber capturado mi atención,
entiendo porqué y hasta qué punto es tan clave y básico. Por eso, he querido
poner en escrito algunas de las ideas que me parecían bastante curiosas años
atrás y pienso que hubo dos culturas o movimientos culturales de gran
envergadura –hermanadas además- que me pusieron a meditar y hallar razones de
peso que aclararan ese interés. Estas dos manifestaciones civilizadas fueron la
egipcia y la precolombina (más tarde fue la budista y la celtocristiana). A
ambas las comencé a estudiar y examinar a los 19 años. Luego escribí en París
varios libros a la vez y uno de ellos era un libro surrealista y futurista que
llamé Sérpulas y que hace poco,
reescribí, pulí y rebauticé como Sérpulas Rebounded. Asimismo, es cierto que no hubiera podido fijar en
mi mente y memoria el verde ancestral si no hubiera sido por el filósofo
Federico Nietzsche que en esos años absorbí a a toda máquina pasaba por
Hotchkiss School y después por Harvard, Prangins y París.
Con el paso de los años mi hacienda cultural fue creciendo y
volviéndose más erudita y especializada y lo que pude absorber del arte egipcio
y precolombino se fue enriqueciendo y profundizando. Al mismo tiempo mis
percepciones extrasensoriales se agudizaron y noté que si me dejaba sumergir en
las energías de la Madre Naturaleza obtenía resultados frescos, poderosos y
extraordinarios, que me daban ideas acerca de las normas cósmicas que nos
rigen. Me di cuenta de muchas realidades ocultas o no tan aparentes. Entendí
que era posible regenerarse, renovarse, rejuvenecerse, pero no sólo a nivel
literario y gráfico, sino que el poder óptico, espectral y vibratorio de las
plantas en general y del color verde en particular era en verdad una mina de
oro –al que luego, progresivamente, le encontré también rastros y depósitos de
esmeralda, venturina, moldavita y berilos. En fin, ahora es cuando descubro que
había algo más a estas razones vivenciales, porqué Ptah (Enki, Brahma) y
Osiris, sobre todo éste último, omnipresente en el mundo egipcio, se les
pintaba de verde y eran tan creativos como axiales, porqué la idea del Árbol
del Mundo estaba tan ligado con estas divinidades multidimensionales. Y no creo
que esto se debía a que estaban relacionados con la Atlántida, que fue una
isla-continente en medio del Océano Atlántico, y por consiguiente se les
consideraba unos dioses oceánicos, como Oannes, Ea y Poseidón o Neptuno. No,
habían otros motivos que no estaban pura y simplemente vinculados y conectados
con la resurrección, la regeneración y la vegetación aunque no descarto que
éstos forman parte de la Esencia que quiero destacar o desenterrar del olvido
en este artículo que busca llegar hasta las Primeras Causas, donde el Padre
Creador envía a su Hijo para que salve de la perdición a los que se
descarriaron, se sacrifica, muere salvajemente en el intento, y al final hay un
portento que maneja alquímicamente la azabache Madre de la Creación que se
transforma en un objeto alado para se dé el milagro de la restauración y la
germinación, y el Acto Divino siga ad eternam. Este toma y dame no ha variado en miles y miles de eones, es parte de
una implacable fabricación cósmica, hay que aceptarla, y no es simbólica
solamente ya que la propia Naturaleza la reenacta una y otra vez. Es más. Cada
uno de nuestros cuerpos materiales y lumínicos participa a diario de este Rito
Cósmico y Trinitario lo sepamos o no. Todo es metamórfico y cíclico. Fuimos
hechos y hechas a semejanza del Cielo. Así son las cosas.
Osiris.
Modelo para el pueblo egipcio y toda la
civilización occidental, surgido de los abismos del Último Diluvio Universal
9.792 años antes de Cristo, alterando nuestro planisferio. Isis, su viuda,
sirvió de modelo a la Virgen María y otras madonnas. La Hiperbórea,
la Atlántida y la Lemuria son nuestras últimas fuentes arquetípicas. Procedemos
de ellas. También de Tiâmat.
Para comenzar, sé que hay seres de todos los colores en el Universo.
Hay infinidad de tonalidades y matices así como de símbolos, formas, figuras y
representaciones del Dios-Uno y la Diosa-Una metidos en nuestro ser morfológico
y árbol genealógico que ni sospechamos existen. Para la Divinidad no hay
límites ni preferencias, se admite y se sabe que todos los colores del espectro
son emanaciones y proyecciones del Ser Superior de Todas las Galaxias Unidas,
Abrazadas, Interconectadas, Interactivas e Interdimensionales. Las variables y
las variaciones son más que todo químicas, biofísicas, atómicas, celulares,
moleculares, cromosómicas, vibrantes y ondulantes, pues el ADN-ARN Cósmico se
combina y acentúa de muchos modos ya que la Creación da para todos los gustos e
interpretaciones y alternativas. Es cuestión de altas matemáticas,
contemplaciones y actos.
Ahora bien, ¿había una razón en especial para que a Usir u Osiris se
le pintara de verde? ¿Era un híbrido, un anfibio, un reptiliano superior, un
tipo alienígena intergaláctico que mutó, se hizo de carne y huesos y bajó del
Empíreo por amor a la Humanidad? Es más que probable. ¿Hubo una raza verde que
llegó a la Tierra muchos miles o millones de años atrás o adquirió esa
tonalidad para poder demostrar un efecto en especial y poner a circular la
fotosíntesis, la oxigenación y la hidratación a nivel humano y planetario, la
permeabilidad e interpenetración, y la alta evolución, optimización, fecundidad
y abundancia de especies muy elevadas hiciera posible que el planeta Gea o Gaia
se convirtiera en un lugar tan hermoso y prolífico como lo es en verdad, en
esencia, aunque lo hayan puteado y martirizado tanto? El Gran Constructor,
Administrador y Productor de Especies de Vida debió darse cuenta que era
necesario manifestar la vida de un modo que llegara a todas partes y se
adentrara profundamente en el interior de la Tierra y se amontonara como en un
almacén, una bodega, en el Núcleo, con el hierro, el níquel, el magma, los metales raros, es decir, como
Fuego Primario y Monte Primigenio, y la ideas de vida, continuidad y memoria
atómica fluyeran en todas las direcciones con gran potencia y diversidad. Con
el tiempo lo que los Elementales –esos especialísimos ingenieros silenciosos y
sutiles- del planeta lograron llevar a cabo sirvió para que la Tierra se
convirtiera en otro mundo más de luz potencial, de infinitud potencial, de amor
y unión general que llegara a ser angelical finalmente tras muchas pruebas y se
alcanzara una Nueva Era de Luz y Saber –que le tocará disfrutar a nuestros
descendientes.
No basta con que constatemos que los mundos verdes de las aguas y de
ciertas plantas y microorganismos acuáticos, como las algas o el plancton
(existen otras especies no descubiertas por los biólogos terrícolas como el Mater
Kamaná), sean tan fundamentales y vitales
para nuestra existencia y supervivencia.* Pero así como el color verde nos da
ciertos patrones de vida y conducta no lo podemos disociar del color azul y los
violetas, del color rojo y los magentas, de los naranjas y marrones, de los
morados y púrpuras, de los amarillos, dorados y ocres, y finalmente de los
negros, grises, blancos y cremas, hasta donde sepamos. Necesitamos forzozamente
todas las bandas y frecuencias, desde los infras hasta los ultras, del espectro
electromagnético y fotosintético para poder funcionar a cabalidad y progresar
siempre sin límites, porque además esa es la augusta meta del Creador y la
Creadora de las Luces Eternas que nos izan hasta el Noveno Cielo para que
lleguemos a la Integración Máxima. Hasta los momentos actuales esa subida se
tiene que hacer arrodillado. Mas llegará el instante de la Catapulta y las
escaladas a los Pirineos superespirituales se hará alegre y risueñamente,
suavemente, flotando.
Va a llegar el momento cuando en la Tierra se abrirá el Portal de los
tonos superiores. Y ellos nos van a llevar hasta las ideas, vibraciones,
emociones y sentimientos raros y elevados. Habrá que dejar atrás lo que
degrada, degenera, enferma y complica innecesaria y fatalmente. ¡La Muerte es
una estupidez! Y no lo dudo, se llegará a la Inmortalidad, al Fin de la
Existencia Banal. Eso es, en dos palabras, lo que los Altos Jerarcas que
bajaron a la Tierra y se mezclaron con el barro y los excrementos terrestres,
aportándole la alquimia y la clorofila necesaria para que del desierto manara
agua, dátiles, hierba y vida variada y permitiera que la renovación y la
florescencia surgieran de nuevo cuando llegara el momento oportuno y se dieran
condiciones óptimas. Los dioses y las diosas debían mezclarse con los hombres y
las mujeres mortales para que nacieran nuevas combinaciones y familias que
produjeran nuevos tipos de rarezas, milagros y prodigios, porque la Vida no
puede desaparecer y liquidarse así no más y atomizarse. Todo es metamórfosis,
cambio, mutación, transmutación, éxtasis. Pueden haber algunas interrupciones o
apagones pero finalmente la semilla, el germen, el grano renace de las
profundidades y sigue dando vida, luz, dirección, hasta de un modo insólito e
inesperado. Eso es precisamente lo que las Entidades Ungidas o Krístikas,
Líderes, Mesiánikas e Inspiradas han querido demostrarnos una y otra vez. En
resumidas cuentas, Universo Verdegay celebra la alegría de vivir y el gozo de
la Vida y como nació en París, la ciudad luz, y es el autor de Sérpulas
Rebounded, al igual que Osiris, Ptah y los
demás dioses y diosas encarnó para que pudiera proseguir el imparable drama
griego de la Creación.
Ptah 37.111. El Venerable Maestro de la Gran Logia
de las Albricias en la constelación de Hércules. Versión 1 del Autor. Caracas. 2012.
Esto ha sido un esbozo no
más. Falta materia por desempolvar. Pero sí voy a dejar en el tapete una idea.
Si el hidrógeno es seguramente el elemento que más está presente en todas
partes y en innumerables combinaciones cósmicas, es a él al que debemos
recurrir en primera y última instancia. Aquí en la Tierra sólo conocemos
algunos cuantos de sus misterios y
potencias. Él nos tiene reservado muchas sorpresas en el futuro. Gracias a este
elemento tan vital como abundante, exuberante, pródigo y poderoso no sólo
llegaremos a la 5D sino que pasaremos a la 6D y a la 7D cuando estemos más
evolucionados e inteligentes,
espiritualizados y devengamos más etéreos, permeables y ligeros, más
consonantes con los instrumentos y las melodías del cosmos, más integrados o
reintegrados, más calmados y tolerantes, saludables y armónicos. Pero antes
habrá que poner más los pies en la tierra, acordarnos de la madre tierra, que
nos sostiene, acobija, enseña, unirnos y amarnos más sin tanta violencia
gratuita y procaz. Es parte de la enseñanza y filosofía que me dio el color
verde y magnificaron los Sabios Verdes de Âkliris cuando me volví un niño y me
puse de rodillas y me eché al suelo como un plátano maduro ante la soberana
magnificencia del Kosmos para el cual escasean las palabras que son más bien
tímidas e imperfectas. Pero con ellas mejoramos.
Dedico este esbozo al gran compositor y músico danés, Carl Nielsen (1865-1931). RIP.
·
Mater
Kamaná es un vegetal
marino verde, microscópico, espectroscópico y fosforescente que abunda en Andrómeda, Orión, Perseo y Piscis Australis, compuesto de
partículas sub-atómicas, semejantes a cometas brillantes, que se mueven como
fantásticos peces de luz que se reproducen automáticamente y sin parar,
pudiendo "vivificar" hasta momias celestes. Los alienígenas alimentan
sus “dobles” o itkas que
permanecen en estado de suspensión en las naves madres intersiderales o
intergalácticas por tiempo indefinido mientras sus ocupantes realizan labores y
misiones en algún que otro mundo. Esta información, junto con varias
ilustraciones del Mater Kamaná,
aparecen en mis dos libros inéditos, Kadonai: El Niño de Arriba y El Manual de Kadonai. Reproduzco una toma del Mater Kamaná en esta entrada.
Mater Kamaná. Creación de Marcelo Ávila. Supervisión del Autor.
Caracas. 1996-1998.
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