“Resonancia Schumann es un conjunto de picos en la banda de frecuencia extra baja (Extremely Low Frequency) del espectro radioeléctrico de la Tierra.
“Esto es porque el espacio entre la superficie terrestre y la ionosfera actúa como una guía de onda. Las dimensiones limitadas terrestres provocan que esta guía de onda actúe como cavidad resonante para las ondas electromagnéticas en la banda ELF. La cavidad es excitada en forma natural por los relámpagos, y también, dado que su séptimo sobretono se ubica aproximadamente en 60 Hz, influyen las redes de transmisión eléctrica de los territorios en que se emplea corriente alterna de esa frecuencia.
“La frecuencia más baja, y al mismo tiempo la intensidad más alta, de la resonancia de Schumann se sitúa en aproximadamente 7,83 Hz. Los sobretonos detectables se extienden hasta el rango de kilohercios.
“Este fenómeno se llama así en honor de Winfried Otto Schumann, que predijo matemáticamente su existencia en 1952, a pesar de ser observada por primera vez por Nikola Tesla y formar la base de su esquema para transmisión de energía y comunicaciones inalámbricas. La primera representación espectral de este fenómeno fue preparada por Balser y Wagner en 1960.”
Crédito: http://es.wikipedia.org/wiki/Resonancia_Schumann#cite_note-nasa1-0
La fuerza del campo magnético terrestre ha disminuido un 10% en los últimos 160 años
De seguir debilitándose, una nueva inversión de los polos podría producirse dentro de 1.500 años (pero yo pienso que mucho antes de seguir el actual desbarajuste geofísico y climático).
Dice Eduardo Martínez. “La fuerza del campo magnético terrestre ha disminuido un 10 % en los últimos 160 años, mucho más rápido de lo que podría esperarse por evolución espontánea, debido en gran medida a su debilitamiento en una región del Atlántico Sur conocida como ‘anomalía sudatlántica’. Este debilitamiento del campo magnético aumenta la vulnerabilidad del planeta a las radiaciones cósmicas y anuncia su posible desaparición dentro de 1.500 años, asi como una nueva inversión de los polos tal como ocurrió hace 780.000 años.
“Por miles de años la Tierra ha tenido esta frecuencia de pulsaciones y la vida se ha desarrollado en un relativo equilibrio ecológico. Sucede, sin embargo, que a partir de los años 80, y de forma más acentuada a partir de los años 90, la frecuencia se elevó de 7,83 a 11 y a 12 hertz o Hz.”
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La anomalía Van Allen del Atlántico Sur
“En el Atlántico Sur hay una anomalía. Esta es una región en donde los cinturones de radiación de Van Allen -normalmente ubicados entre los 1000 y 5000 kilómetros de altura- se encuentran a menos de 500 km. de la Tierra. Algunos creen que esto se debe al hecho de que el centro del campo magnético de la Tierra está desviado de su centro geográfico. Otros creen que se debe a un efecto secundario de una reversión geomagnética. Lo cierto es que los satélites artificiales o astronautas que la atraviesan corren el riesgo de ser dañados por las fuertes radiaciones que allí se encuentran.
“En general, los satélites de orbita baja (LEO, por Low Earth Orbit) se colocan a una altura tal, que el roce con la parte superior de la atmósfera sea el menor posible pero sin alcanzar los 1000 km de forma que no penetren en el cinturón inferior. Los satélites geoestacionarios, con órbitas altas/medias (MEO, por Medium Earth Orbit), como los geoestacionarios, se sitúan alrededor de 35.000 km de la superficie terrestre, por encima del segundo anillo. Sin embargo, hay muchos satélites artificiales -o incluso la Estación Espacial Internacional misma- que deben ser ‘blindados’ especialmente. Esto se debe a que sus órbitas atraviesan una región del Atlántico Sur en la que se produce un efecto conocido como Anomalía del Atlántico Sur (SAA, por South Atlantic Anomaly), en la que los cinturones se encuentran a una altura muy baja. En esa región, los cinturones de Van Allen se encuentran a sólo unos 500 kilómetros de la superficie terrestre, culpa de una depresión en la intensidad de su campo magnético. Esta diferencia en la intensidad de campo se debe a que el polo norte del gigantesco imán que conforma nuestro planeta se encuentra desviado unos 450 km. del polo norte geográfico. Como resultado de ello, los cinturones de partículas no están perfectamente alineados y en la mencionada región se produce una depresión que resulta muy peligrosa para nuestra frágil tecnología.”
Crédito: http://www.aquinohayquienviva.es/ciencia/la-anomalia-van-allen-del-atlantico
“Estos cinturones son áreas en forma de anillo de superficie toroidal en las que gran cantidad de protones y electrones se están moviendo en espiral entre los polos magnéticos del planeta, y se estructura en dos cinturones: uno interior y otro exterior. El cinturón interior está a unos 1.000 km por encima de la superficie de la Tierra y se extiende por encima de los 5.000 km (los satélites de orbita baja (LEO) interesan que estén a una altitud considerable para evitar que la resistencia residual atmosférica reduzca el tiempo de vida de éste, pero a la vez deben estar por debajo de los 1000 km para no entrar en cinturones de radiación, muy perjudiciales para dichos satélites); por su parte, el cinturón exterior se extiende desde aproximadamente 15.000 km. hasta los 20.000 km. Este cinturón exterior en concreto no afecta a satélites de orbitas altas/medias (MEO), como pueden ser los Geoestacionarios (GEO) situados en torno a 35.000 km. de altitud.
“Una región del cinturón interior, conocida como Anomalía del Atlántico Sur (SAA) se extiende a órbitas bajas y es peligroso.
“Estos cinturones de radiación se originan debido al intenso campo magnético de la tierra, originado por la rotación de ésta, que atrapa las partículas cargadas (plasma) proveniente del sol (viento solar) de acuerdo a las leyes de la magnetohidrodinámica.”
Crédito:
http://davidhuerta.typepad.com/blog/2010/08/cinturones-de-van-allen-radiatio
“En general, los satélites de órbita baja (LEO, por Low Earth Orbit) se colocan a una altura tal que el roce con la parte superior de la atmósfera sea el menor posible pero sin alcanzar los 1000 km de forma que no penetren en el cinturón inferior. Los satélites geoestacionarios, con órbitas altas/medias (MEO, por Medium Earth Orbit), como los geoestacionarios, se sitúan alrededor de 35.000 km de la superficie terrestre, por encima del segundo anillo. Sin embargo, hay muchos satélites artificiales -o incluso la Estación Espacial Internacional misma- que deben ser ‘blindados’ especialmente. Esto se debe a que sus órbitas atraviesan una región del Atlántico Sur en la que se produce un efecto conocido como Anomalía del Atlántico Sur (SAA, por South Atlantic Anomaly), en la que los cinturones se encuentran a una muy baja altura. En esa región, los cinturones de Van Allen se encuentran a sólo unos 500 kilómetros de la superficie terrestre, culpa de una depresión en la intensidad de su campo magnético. Esta diferencia en la intensidad de campo se debe a que el polo norte del gigantesco imán que conforma nuestro planeta se encuentra desviado unos 450 km. del polo norte geográfico. Como resultado de ello, los cinturones de partículas no están perfectamente alineados y en la mencionada región se produce una depresión que resulta muy peligrosa para nuestra frágil tecnología.
“Cualquier satélite o nave espacial tripulada que describa una trayectoria con una inclinación orbital de entre 35° y 60° atravesará la anomalía periódicamente, exponiéndose durante varios minutos a una fuerte radiación. La Estación Espacial Internacional, por ejemplo, posee una órbita con una inclinación de 51,6°, y durante su construcción se la dotó de un blindaje extra para que sus tripulantes y ordenadores previesen sobrevivir a la anomalía. Otro afectado por este fenómeno es el Telescopio Espacial Hubble, que no efectúa observaciones al pasar por esta región. La posición de esta anomalía no es fija, sino que deriva lentamente debido a la rotación diferencial entre el núcleo terrestre y su superficie, desplazándose entre 0,3 y 0,5 grados por año. Ubicada actualmente por encima de Brasil, Argentina y el Atlántico Sur, la zona de peligro se va moviendo lentamente hacia el Océano Índico Sur. Esto significa que en un período de entre 700 y 1000 años la anomalía debería completar un giro completo alrededor de nuestro planeta. Pero dado que sólo ha sido detectada hace unas pocas décadas, los científicos no están completamente seguros la forma en que evoluciona este fenómeno. De hecho, la intensidad del campo magnético terrestre en general se está debilitando a gran velocidad. Mediciones efectuadas con una diferencia temporal de 20 años entre una y otra muestran que -de seguir a este ritmo- el campo podría desaparecer por completo en unos 1000 años, lo que sugiere que nos encontramos en los preliminares de un cambio de sentido en los polos magnéticos, algo que ha sucedido varias veces en la historia de la Tierra. Si esto es cierto, lo que hoy vemos como una anomalía sería lo normal para toda la superficie de la Tierra, ya que sin campo magnético no habría cinturón de partículas que nos proteja. Mientras tanto, los ingenieros y especialistas de las agencias espaciales siguen reforzando los cacharros que deben atravesarla.”
Crédito: http://www.neoteo.com/la-anomalia-del-atlantico-sur.neo
La SAA (South Atlantic Anomaly), ubicada actualmente por encima de Brasil, Argentina y el Atlántico Sur.
“La Agencia Espacial Europea lanzará Swarm, un trío de satélites de investigación que examinarán exhaustivamente el campo magnético terrestre desde 2009 hasta 2015. Pero será mejor que los científicos descubran mucho antes porqué ese campo se ha mantenido abierto hasta nueve horas seguidas. La grieta más larga, una brecha de 160.000 kilómetros conocida como la Anomalía del Atlántico Sur, se ha abierto sobre el océano entre Brasil y Sudáfrica. El peligro es, sencillamente, que este agujero, que bien puede ser el primero de muchos, sea una rendija cada vez más amplia en nuestra armadura contra las radiaciones solares y cósmicas. Un número de satélites en su paso por la Anomalía del Atlántico Sur ya han sufrido daños por causa de explosiones solares que han penetrado a través de ese campo magnético reducido, incluyendo, irónicamente, un satélite danés diseñado para medir el campo magnético terrestre.
“La Anomalía del Atlántico Sur está alarmantemente cerca, apenas a unos grados al norte, del infame agujero en la capa de ozono de la estratosfera sobre la Antártida. Bien podrían tratarse de dos agujeros relacionados. La disminución del campo magnético terrestre podría, en realidad, estar causando una disminución consiguiente en la capa de ozono. Kotze explica que cuando la radiación de protones del Sol penetra en el escudo magnético de la Tierra, la química de la atmósfera se ve afectada; las temperaturas repuntan y los niveles del ozono estratosférico caen en picada.
“Una reducción en la capa de ozono vuelve la atmósfera más permeable a los rayos ultravioletas (UV) del Sol. Es importante que tengamos en cuenta que el aumento de la radiación UV que llega a la superficie de la Tierra es casi siempre una función del adelgazamiento de las defensas de la atmósfera, adelgazamiento causado por gases hechos por el hombre. Uno se estremece al pensar en el impacto que los fuertes rayos UV que se vierten a través del resquebrajado campo magnético de la Tierra podrían tener sobre nuestro planeta, en particular considerando que nos dirigimos a la agitación sin precedentes del máximo solar proyectado para 2012.
“Como la mayoría de los que gustan de tomar baños de sol ya saben a estas alturas, la radiación ultravioleta puede dividirse en dos categorías básicas: la ultravioleta blanda (UVA), que no quema la piel, y la ultravioleta dura (UVB), que sí lo hace. Un aumento en la exposición a la radiación UVB ha elevado la incidencia de trastornos de la piel, que van desde quemaduras hasta melanomas, y también de determinados trastornos oculares. Los riesgos para la salud son considerables (al menos para la gente de piel clara), pero lo que realmente fue toda una sorpresa en nuestra cultura adoradora del Sol era que ya no teníamos que rendir reverencia al Sol, sino temerlo.”
Apocalipsis 2012, Lawrence E. Joseph
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