Yantrâ SS u 8. Prototipo de combustible iónico autosustentador metamórfico intergaláctico. Obra del Autor. Caracas. 2003/2005.
Hace falta una Restauración, un proceso de Ars Regia o Alquimia Mayor que ponga de nuevo en su sitio lo establecido y proyectado a nivel de esencia cósmica y acomode un estado primigenio de cosas que permita una mayor oxigenación, recepción, utilización y fabricación sistemática de sustancias cósmicas en nuestro Ser Interno e Idóneo que fue acordado en un momento dado más de nueve mil millones de años atrás cuando los Mayores del Arca Universal de Magia Pura crearon la Tierra y le dieron su forma de pera y moldes cambiantes y permeables. Creo que vamos hacia una Restauración Sin Igual, completa, única, verdaderamente divina y nada humana, una Cirugía Mayor que recuperará el tiempo perdido y las prácticas malas y feas, porque si no será imposible que los humanos en la Tierra puedan absorber el prãna y sus rayos catódicos y anódicos como es debido y realizar ciertas tareas olímpicas que debieran acometer porque de eso es que se trata precisamente: de volver cada esfera celeste un paraíso celestial, un lugar donde dioses, semidioses, aprendices, compañeros, pilares y fenómenos distintos puedan codearse y aprender como en logia, interrelacionarse, entreayudarse, intermotivarse, reemulsionarse, reciclarse, purificarse, etc, y no explotarse unos a otros, sin que insanas ideas de dominación, atropello, aprovechamiento, confusión y ruina enturbien el libre uso de cuanto se compone el vasto medio ambiente y entorno. Quiera pues que las mentes más brillantes de la Tierra se unan, se armonicen más, y conjuntamente con las mentes iluminadas de los extraterrestres puedan volver la Tierra un Edén que jamás podrá ser un triste infierno dantesco, un purgatorio para parricidas, matricidas, fratricidas y filicidas, que no se saben controlar ni vivir en paz con sus semejantes, con extraños y hasta con contrarios y adversarios. ¡Que la Restauración de una Luz Inédita brille en millones de almas vivas, por nacer y venidas del Más Allá, para que los distintos reinos terrestres entiendan que no es posible ni se debe echar a perder lo que el Padre y la Madre de los Cielos inventaron en un instante dado en la existencia y duración de su infinito Kosmos. Porque hay que entender que se nos dio este planeta en comodato, para que lo honráramos. Todo le pertenece al Ser Maravilloso de las Galaxias Unidas, Interdependientes e Interactivas que corean, si están alumbradas, la Presencia de la Divinidad. Todo es de Dios Padre-Madre de Luz. Y por eso creo en el Socialismo Místico que un día reinará en la Tierra cuando todos estos gobiernos y estas ideologías de ahora hayan cesado de existir y se hayan vuelto polvo cósmico. Lo sublime viene aunque nuestros tiranos, demagogos, autócratas, empaladores y estranguladores digan y hagan lo contrario. El futuro no les pertenece a menos que se conviertan y vuelvan a nacer en Verdad y Luz Inmortal. Dios no es ni tacaño ni miserable. A todos y todas ama, no tiene favoritos ni aborrece nada. Es un campo fértil sin fin, abierto, axial y circumpolar a la vez, que da de comer y beber y no se extingue por nada del mundo a menos que los humanos ilusos quieran creer esto. Pero como la torta de almendras, avellanas, nueces, piñones, pistachos, naranja y chocolate no se hace para tiarla por el hueco del retrete para que los parásitos la engullan y se sacien más tarde que nunca amanecerá y un sol supergigante o SS nos va a “aclarar”, como dicen en Cienciología, y estos regímenes y religiones de pacotilla pasarán a mejor vida. De eso estoy muy seguro y no me cansaré de repetirlo contra viento y marea aunque hayan salvas de artillería y juegos pirotécnicos. Más sabe el loro que el hombre necio que repite sin parar la misma cantaleta, sin ingenio alguno y sin que produzca una ronda de carcajadas. La diferencia entre los pájaros, las plantas, los metales y los seres humanos es que éstos últimos no siempre se dan cuenta que sin la Naturaleza ni serían ni subsistirían. Son el néctar de la Reinos pero si no se realizan no pueden distinguirse y ser lo máximo de la Creación. Hasta que no siembren paz, concordia y una elaborada composición de temas, gamas y efectos no será posible que el planeta llegue a la Edad de Oro que según santos y eruditos se le tiene reservado. Varios siglos atrás Gioacchino da Fiore y Picco de la Mirandola nos anunciaron que viene en camino la Edad del Espíritu Santo. ¡Eso mismo lo reafirmó el gran escritor inglés, D.H. Lawrence e igualmente el gran escritor norteamericano Henry Miller y se lo dedico a la memoria de Max Bruch (1838-1920) y Leonard Bernstein (1918-1990), dos grandes compositores de música clásica, culta y nada idiota, que como buenos artistas y canales nos trajeron algo de clase, de hermosura, de majestad, y también algo de prodigio y de cielo!
El Estado de Maravilla –mirabile dictu- o Efecto Lewis Carroll es uno de esos estados espirituales y sublimes que más me han llamado la atención y que más me han llenado de alegría, asombro, estupor y admiración por un sinfín de motivos y razones que cubrirían varios tomos con sendos ejemplos y explicaciones. Considero que poder maravillarse o sentir maravilla por algo que nos conmueve hasta las entrañas y causa hondo regocijo, felicidad y alegría es algo muy importante pues no sólo ocasiona que el espíritu y la mente queden como elevadas y suspendidas en el aire sino que produce un efecto balsámico, regenerador y positivo a nivel fisiológico, orgánico y vibratorio. En dos palabras, pienso que es infinitamente positivo y necesario que podamos maravillarnos y quedar encantados cada cierto tiempo pues eso nos beneficiará y estimulará y de paso tranquilizará no sólo el sistema nervioso sino la forma de nuestra vida alrededor nuestro más allá de cómputos y mediciones cualesquieras. Es necesario que algo grande, poderoso y mágico o feérico a nuestro juicio nos sobrecoja y nos eleve disparando la imaginación y el candor, sacándonos de la rutina y la monotonía y aligerándonos de un modo tan profundo y embriagador que por un momento sintamos y pensemos que estamos en contacto con una extraordinaria manifestación espiritual de la misma Vida. ¿Por qué? Porque las experiencias de orden extraordinario y sobrenatural son intrínsecamente enteogénicas, religiosas, místicas, sublimes, y se ha visto que cuando uno o una se sale de sí, es decir, deja su estado habitual, mediocre, bobo, torpe, y se transporta o viaja deja atrás su parte humana, demasiado humana, infeliz, limitada, ordinaria, y con una nota encima entra al mundo maravilloso del cual provino quién sabe cuándo in illo tempore. Y eso le puede pasar a cualquiera, no hace falta un Doctorado en Yale u Oxford o haber ganado una presea dorada olímpica para ir al Más Allá (o Más Acá) y sentirse tan rico como melcocha de panela o liviano como ave del paraíso. Como la lava centenaria endurecida podemos aprender a ser creativos y fértiles.
Eso mismo es lo que yo quisiera que todos los niños aprendan a experimentar desde la niñez y por toda su vida, hasta que dejen el pelero o se volaticen como los yoguis, y nunca piensen y sientan que la vida es algo aburrido, fastidioso, “una ladilla”, en dos palabras, y que se puede trascender o superar lo que parece limitado, rancio, sin gusto, anodino u horrible. Creo que la vida puede ser algo mucho más maravilloso que lo que nos producen nuestros mayores a menudo tan menores y tan poco imaginativos y creativos en todos los órdenes de la vida, desde la economía y la política hasta la ingeniería, las artes decorativas, la mecánica y la jardinería. No veo pues porqué nuestra Sociedad debe ser tan poco inventiva e ingeniosa, tan lerda y vulgar o ramplona a menudo, porqué no podemos tomar el cielo por asalto y plantar una bandera feliz y magnánima en la terraza del castillo social. Creo que después de un cierto tiempo quienes fueron niños y niñas se volvieron tan adultos y adultas, adulteraron tanto su mente y sus hábitos de vida, se corrompieron tanto anímica y etéricamente enlodando y oscureciendo tanto sus auras, bajaron tanto sus coeficientes de inteligencia y niveles de genialidad que cayeron en un círculo vicioso de explicaciones, reglas, decretos, nociones y creencias que la vida misma del planeta Tierra en vez de ser un canto u oda beethoviana a la alegría y la autorrealización se ha convertido en un ejercicio guerrero, sadomasoquista, caníbal, salvaje y tendencioso, incapaz de hacer dichosa a la pobre Humanidad vencida por cataclismos de todo tipo que no la dejan en paz, no curan sus penas y sufrimientos, sus vacíos y sus nadas y la obligan a pasar agachada o a arrastrarse como una lombriz en vez de triunfar y conseguir elevados estados de beatitud, gobernabilidad, gerencia y tecnología. La lista es enorme. Jamás entenderé porque el género humano acá debe padecer tanto, andar a tientas tanto, ir de una conflagración a otra, sin parar, sin que se pueda terminar de una vez por todas con una serie o una secuencia de males y desgracias que tanto dolor y retroceso han causado una y otra vez. Por eso a menudo me siento tan mal porque no termino de entender porqué las personas y los grupos humanos no llegan a mejores conclusiones y se empeñan en perturbar, enfermar y endiablar sus vidas y las de otras formas de vida, como son los animales, los minerales y metales, las plantas, los elementales y los fenómenos que integran el ecosistema terrestre, tanto en la periferia como en su diámetro tan bello en esencia y por gracia divina. ¿Cuándo verán los humanos en la Tierra todas las maravillas que pasan a diario frente a sus narices y a sus espaldas, cuándo verán los fotones y diodos invisibles que se cruzan en sus caminos y todos los fogonazos resplandecientes que nos envían desde otros planetas y lunas? ¿Cuándo sabrán que son divinos desde el mismo momento que el Ser Supremo los constituyó?
El Estado de Maravilla es fundamental para que la Sociedad salga de la animalidad y el primitivismo y se conecte con formas de vida cósmica más adelantadas, originales, sofisticadas y prometedoras. No hay derecho para que se prosiga en esta carrera loca de autodestrucción y autoaniquilación que parece rendirle culto a la Muerte y la Flagelación en vez de adorarse la Vida y el Milagro Compartido. No veo porqué no se pudiera parar esta insanidad y putrefacción, este amor por lo criminal y lo adbyecto, este culto bárbaro y sin sentido que no permite que la gente pueda vivir en paz, acomodando su vida para que ésta sea una belleza, produzca salud e higiene, sabor a buen vino y delicia de panettone. No, en verdad que a veces no entiendo al género humano en la Tierra, empecinado en sufrir y ser desdichado y trucuulento, en sumar errores y fallas en vez de multiplicar herramientas de bien e ingenio que le permitan dejar atrás de una vez por todas siglos y siglos de rencores, odios, iras, venganzas y torturas indescriptibles, amén de darle pie a que pestilencias y epidemias se propaguen a sus anchas. ¡Por qué será que los humanos no pueden amarse y tratarse mejor! ¿Qué los vuelve tan contrincantes y conflictivos, tan contradictorios y tristemente anárquicos, en vez de ayudarse, beneficiarse, mejorarse unos a otros y escalar hacia cimas y plenitudes que se pierden de vista en el horizonte? ¿Por qué quieren ser tan mortales, estar tan heridos o heridas de muerte y sumidas en pavor y atrocidad, besar tanto el polvo de los demás y arrastrarse por el suelo como gusanos, matar tanto, matarse tanto en medio del tráfico urbano y viviendo obligatoriamente en sitios tan poco agradables y colmados de hediondeces, polución, desidia y delincuencia? ¿Por qué tanta delectación por la sordidez, el vicio, la pornografía, la pedofilia y la necrofilia? ¿Por qué, carajo, no quieren ser felices, amables y amistosos, cultivar rosas azules, gladiolos y crisantemos, sembrar azafrán, tomate, arroz y sandías, cosechar rododendros, amapolas y tulipanes en vez de gastar millones de monedas y billetes en armamentos que pueden terminar con sus vidas y la paz fecunda de sus campos, valles, mares, lagos, islas, continentes, archipiélagos? ¿Será la raza humana un experimento genesíaco que falló otra vez, por quinta vez? Dejo este pensamiento en sus ordenadores para que mediten y le saquen punta al grafito de sus lápices y se percaten de los superconductores diseminados a lo largo de sus pueblos y ciudades para mejorar sus funciones. No quiero pensar ni por un minutos que no sea posible parar de una vez por todas esta insana carrera hacia la autodestrucción y las guerras intestinales entre seres humanos que al fin y al cabo no se originaron por azar o casualidad sino que brotaron del Incalculable Genoma de Dios cuando se produjo un choque de partículas y subpartículas atómicas que resultó en otro ejemplo más de vida cósmica en esta parte del Universo. No hay nada terminado absolutamente. Nada que no pueda remediarse y corregirse. Nada que no pueda llevarse a instancias superiores y producir satisfacción y gozo totales y plenos. Nada que no puedan hacer el cerebro y millones de neuronas combinadas. Nada que el amor del corazón no pueda compulsar. ¡Que Maurice Ravel y George Händel vivan por siempre en nuestros oídos y conciencias! Amén. Que así sea. ¡Que el aceite extra virgen de una mata de olivo en suelo español, palestino, portugués, italiano, argentino, chileno o griego sirva de ejemplo y foco de unión para que la Humanidad se unte con óleo santo y conquiste al fin el sitial de honor que los dioses y las diosas del Olimpo siempre quisieron que tuviera por herencia! ¡Que Prometeo, uno de mis héroes favoritos, se separe para siempre del águila cruel que le come el hígado y pueda finalmente, bajo una mata de guanábana, reunirse con sus mayores, sus respetados y omniscientes guías y gurúes, respirar y vivir en paz, con el fuego sagrado de la Vida a su lado, en su sexo liberador, ardiendo en su gran amor por toda la Humanidad, cosa que no se ve corrientemente porque es como ver la lava de un volcán!
Yantrâ shivaíta de Andrés 11. Obra del Autor. Caracas. 2009.
Caracas, Domingo de Gracia, encima del Valle del León de Santiago, un 26 de diciembre del 2010