Salvo excepciones como siempre, los individuos, mientras más adinerados y poderosos, más pichirres y despreciables. Igual las naciones o estados, salvo excepciones como de costumbre, mientras más ricos e influyentes, menos generosos y más tiránicos. ¿Por qué? Porque tanto unos como otros no están preparados para saber hacer buen uso de la intrínseca bonanza y plenitud sin fin presentes en nuestra riquísima Madre Naturaleza. Generalmente debe pasar más de una generación para que los nuevos ricos, potentados y altos jerarcas sepan que no son sino los afortunados extremos y prolongaciones del dios y la diosa de la Abundancia o Plétora y la Acumulación de Grandezas, llámese Lakshmî, Amaltea, Fortuna, Jurôjin, Ceres, Maloka, Ganapati, etc. Si nuestra sociedad no fuera tan profana, miope, carente de fé e idealismo, corta de alma y espíritu, enseñaría la verdadera dimensión de las cosas. De este modo se vería a través de los espejos y se tendrían juicios más acertados y clarividentes acerca del movimiento pendular de los fenómenos entre los cuales está el de la Fortuna, la Suerte, el Hado y el Destino. En esta 3D nadie escapa a una de las tantas oscilaciones de la Ley Suprema: lo relativo a la riqueza y la pobreza, tanto personal como social. En vista de lo cual es sabio ser flexible, tolerante, abierto, creativo, ingenioso, ecuánime, paciente, sensible y amoroso, no dejarse tentar y encadenar por la vanagloria, soberbia y gula; tampoco por la melancolía, depresión y abatimiento. Pronto la Tierra dejará la 3D y ascenderá vibratoriamente. Estas polaridades señaladas, nefastas a veces, tan súbitas como sorpresivas y llamativas, pasarán a otro plano, otra experiencia, otro ciclo. Nuestro mundo vivirá el retorno del Paraíso del que fue desterrado eones atrás por seres sin gracia en otro planeta y estrella que no querían emancipar sino someter y encarcelar.
En la Tierra, a nivel de la conciencia, en el plano mental y espiritual, debe producirse una especie de fusión nuclear, como la que acompaña la formación de las estrellas, que se extienda a todo lo largo y ancho del planeta y haga que las ideas, pensamientos y proyecciones cerebrales se junten como en una cúpula de luz radiante, en la Noósfera, que ayude a producir nuevos estados del Ser en los humanos de la Tierra. Esta irradiación metalumínica –maná, en dos palabras- creará un campo unificado de altísimos sentimientos, emociones y sensaciones y será uno de los cauces axiales que tomará el nuevo mundo dimensional al que van a tener acceso los nuevos humanos que vivirán acá luego que se haya purificado la atmósfera y la biósfera actualmente muy contaminadas y viciadas y la nueva educación e instrucción que se implante a nivel planetario conduzca a que se entienda de una vez por todas que sólo el camino del medio, el camino del centro, el camino del Sol Central, la superautopista del Corazón, de la Paz y de la Unión, son los únicos conductos que conviene, libera y vuelve feliz a los seres vivos porque tiende a equilibrar y acumular fuerzas positivas en el campo interdimensional de las energías y las esferas. Lo que acabo de decir no es tan complicado como pueda parecerla a algunas personas quizás no tan familiarizadas con la nueva ciencia. Es cuestión de redireccionar el flujo y reflujo de las energías dentro de cada quien y llevarlas hasta nuestro propio Monte Olimpo situado alrededor de la coronilla. Las nuevas emociones y sensaciones que tendrán los nuevos humanos estarán a la par de altas fórmulas científicas e intuitivas nociones artísticas. Hasta ahora las emociones y sensaciones proyectadas han sido excesivamente primitivas, salvajes, irracionales e infernales. Este proceso ha durado ya varios millones de años y no ha permitido elevaciones y triunfos muy extendidos en el tiempo y en el espacio. El aura de nuestro planeta está viciado, debe ser aclarado.
Es hora que lo sublime y espectacular, lo grandioso, prodigioso, mirífico y milagroso tengan primacía y un Nuevo Orden Secular llegue a la Tierra y se extienda por todo el sistema solar con renovado brío. Ahora bien, aclaro que este Novus Ordo Seclorum no es sino una proyección del Sagrado Corazón de Cristo: nuestro estado beatífico que traspasa fronteras y eras y es inseparable del Indivisible Inviolable Ser Supremo en las Alturas de gloriosas Galaxias Unidas, Interconectadas, Interdependientes e Interdimensionales. Y aunque hayan quienes sienten que no pegan en su país, familia o círculo social, que no los comprenden y malinterpretan, los envidian, odian, persiguen, desdeñan, ofenden, subvaloran ignoran y discriminan, no importa. Sigan trabajando. Sean robles, cedros, ibiocaís, sequoias. Pertenecen al Pugnus Dei o la Milicia de la Luz y la luz no se puede esconder o tapar del todo mismo si un mil millones de demonios y desalmados lo desean a como dé lugar. Tarde o temprano llega la gran Aurora -acuérdense del zapatero místico y teósofo Jakob Böhme-, celebrada por el lucero matutino de Afrodita, y con ello un nuevo, fecundo, rutilante ciclo de oro. Sus siembras serán compensadas, como Dios manda, según el Feng Shui. Dejarán de ser mártires, ánimas solas, y subirán al cielo transfiguradas, como almas liberadas del pesado fardo de materias sin nitrógeno líquido y del clorofílico ciclo de vida, por haberlo dado todo por amor a la Humanidad y demás géneros de transeúnte vida cósmica.
Izquierda. El Ánima Sola. Imagen popular de la santería afroamericana. Derecha. Corazón Multidimensional. Diagrama kabbalístico de Jacobo Boehme, en español (1575-1624). Según El Laberinto Alfabético de J. Drucker la imagen aparece en un libro póstumo de Böhme, Libri Apologetici, que vio la luz en 1730.