lunes, 3 de agosto de 2009

ADON.AI y las 14 Hebras de Luz del complicado ADN

Sept. Siete ó 7 son los pares de brazos y manos del Espíritu del Sol que cubre con su aureola omnipresente los distintos mundos esféricos de nuestro Entendimiento. Gracias a sus movimientos, ademanes y gestos podemos existir y ser exactamente, sus vibraciones nos llegan, su ritmo general nos alimenta, vivifica y anima. Cuando el viento solar de su animación e inclinación celestiales nos bate en la cara respiramos, suspiramos, nos sentimos bien y reconfortados y podemos proyectar. Su presencia nos colma, carga y entusiasma. Somos uno en alma con la frecuencia alada de Sept. Reina el orden, la armonía plena, la dicha es total. Trazamos el círculo y asentamos.

El nombre hebreo «Adonai», con que se quiere representar y describir al Ente Supremo, al Innominado e Innombrable, en suma, a Dios o D.os, significa «Mi Señor». Adonai proviene del nombre de la deidad protosemita Adon o Adón, es decir, «Señor», y del artículo posesivo ai que significa «mi». Adon o Adón a su vez proviene y/o está emparentado con la antigua ciudad sacerdotal de Heliópolis, centro de la tradición solar egipto-atlante. En la Biblia este centro se conocía como «On». El nombre hebreo también está conectado con el archimilenario nombre egipcio «Aten»: como en egipcio antiguo la letra t se convierte en d en hebreo y la letra e egipcia cambia a o en hebreo es fácil comprobar las remotas conexiones semánticas de Adonai. El nombre Âten es anterior a «Râ» o «Rê» y a mi juicio deriva de la palabra atlántica ate y atl que significa riqueza, abundancia y agua. La diosa Atenea, que dio origen a la famosa ciudad de Atenas, era hija de Metis, una oceánida, hija del titán Océano y de la titánide Tetis. Estamos pues en presencia de una estirpe divina y semidivina y por lo tanto extraterrestre. El nombre «Aten», o mejor dicho, «Âtén», rescatado del olvido por los cultos sacerdotes de Heliópolis, quienes preservaron el antiguo legado solar y pleyadiano de los atlantes e hiperbóreos, popularizado sobre todo por los faraones Tutmosis IV, Amenofis III, Amenofis IV (Akhenâten) de la decimoctava Dinastía, constituye una especie de código energético, críptico y ancestral. La palabra Âtén o Âten (uso el nombre con y sin acento en la e pero siempre con el acento circunflejo en la â) llegó hasta el seno del pensamiento y la Alta Tradición Oculta del pueblo hebreo merced a Moisés, quien prohibió toda representación humana del Ser Supremo o del Innonimado. Para Moisés –Moshé- la energía cósmica, el principio y resumen codificado del Ser y la Vida no podía tener forma alguna, sea animal, mineral o vegetal, porque eso era absurdo y falaz. Âten o Âtén significa: «el Bien es lo visible de Mi Señor de Luz» y es lo opuesto de «Amén», que representa la Luz oculta e invisible a los ojos humanos. De modo que no sólo hay una conexión filológica y semántica entre Adon, Adon.ai, el ADN (y hasta ADÁN), sino asimismo una estrecha interrelación bioquímica entre la vieja deidad Adon.ai y el cósmico ADN o Ácido Desoxirribonucleico (y el instrumental ARN o Ácido Ribonucleico), porque inclusive a nivel armónico y vibratorio los 7 Días de la Creación tienen su correspondencia con el ADN, como explico más adelante, y la sonada constelación Ofiuco, el Serpentario. Estas dos moléculas primarias forman la Causa Común que es Adonai o Theos en su calidad de Padre-Madre de la Luz y la Vida. Sin caer en confusiones o exageraciones puede decirse que lo que la tradición judía conoce con el nombre docto de «Adonai», la tradición helénica como el inefable «Adonis», la etrusca como el primoroso «Atunis» y la semítica como el buen pastor «Tammuz« son sinónimos para «información genética» y «sucesión de códigos cósmicos de luz, vida y eterna juventud de Mi Señor Dios en mí». Hago hincapié en lo de «luz, vida y eterna juventud» porque debe quedar muy claro que la biogenética, el genoma humano, el árbol genético de la vida, o el «Arbolux», no es sino una sabia combinación, una sucesión de ondas vibrantes y partículas taquiónicas de luz que provienen de todos los rincones del cosmos y atraviesan las esferas y habitaciones de todos los seres animados e inanimados en el Universo, en esta dimensión y otras. Por eso, Akhenâten y Nefertiti hicieron que los decoradores artísticos de su reino pusieran manos abiertas y signos venusinos –ankhs o llaves de felicidad, vida, amor y unión- al final de los rayos solares que salían del gran disco solar del Âten: para mí no era sino un resumen codificado y moral de la ideografía de IAOUE, la manifestación del Resplandor Oculto, Ignoto y Lejano de la Luz Divina del Cielo.

Todo lo antedicho tiene su explicación histórica como geográfica. En la Antigüedad era imposible que los distintos pueblos semitas (descendientes de Sem, hijo de Noé) no se rozaran y se interpenetraran de un modo u otro con pueblos africanos, en especial con el egipcio, el más culto, pues la penetración cultural atlante, antes del Último Diluvio Universal, llegó a África, Medio Oriente y Mesopotamia, así como al otro extremo, a las Américas y al Mar de las Antillas. Igual pasó con la civilización muana. Ahora, tanto la Atlántida como Mu reposan en el fondo de los océanos y bajo los hielos de la Antártida, y las culturas modernas son otras; sin embargo, persiste el recuerdo y nuestras lenguas y tradiciones siguen ancladas en viejísimas tradiciones. Una de estas anclas son las sílabas ADN y ARN (DNA y RNA en inglés) que significan varias cosas a la vez y cuyas existencias están comenzando a ser entendidas en todas sus dimensiones. La nutritiva fuente del ADN-ARN es pues el substrato de vida del Plan Divino en nosotros y nosotras. Describe un proyecto megaestelar, si nos atenemos estrictamente a las letras y al sonido que constituye la palabra compuesta ADN-ADONAI-ADON-ATEN (sin acentos) y ADÁN KADMÓN (con acentos), el andrógino Hombre Primordial Sin Límites ni Edad.

Ofiuco, el Yogui Serpentario, visto de frente sujetando a la Serpiente, con los pies cruzados por la Eclíptica, un detalle muy importante, ya que uno pisa en una dirección y el otro, en otra dirección. De Atlas Coelestis de John Flamsteed. 1729. Arreglo del Autor. Caracas. 2009.


Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ophiuchus.jpg


Los 14 filamentos o hebras luminosas del ADN, el ADÓN CELESTE. Idea del Autor. Caracas. 2009.

Es bueno saber que cada uno de los luminosos 12 filamentos o hebras serpentiformes del ADN actual se relaciona con uno u otro de los 12 signos y constelaciones de nuestro Zodíaco. O sea, este ADN es dodecaédrico. Sin embargo, aquí no termina la relación cósmica. En un futuro no muy lejano a estos sensibles filamentos o hilos fotónicos se les van a sumar dos más, un par colosal además, íntimamente imbricados entre sí, que representan a las constelaciones Ophiuchus vel Serpentarius, Ofiuco, el Serpentario, y Serpens, la Serpiente, que se ha querido dividir en 2 secciones, Cabeza o Caput y Cola o Cauda. Este dato es de gran importancia, no es casual, debe ser sopesado con tino, seriedad y atención, ya que cuando este par más de filamentos serpentíneos y parareptilianos se integren a los 12 actuales significará la entrega final del poder divino sobre la Tierra, la culminación del poder kundalíneo gentilmente dado al híbrido humano, con lo cual éste irá conscientemente al Devachán y retomará su dorado sitial primevo en el seno del Paraíso que otrora, en un pasado bastante remoto, fuera de nuestro planeta, perdió a causa de la pérfida serpiente maligna (Ahrimán, Angra Mainyu, Belial, Apofis o Moloch), que lo tentó, embrujó, desconcentró, desarraigó e hizo que perdiera algunas de sus más preciadas y más sublimes facultades espirituales y psíquicas, tales como el poder sobre la muerte, el poder de traslación y ubicuidad interdimensional e ilimitada y el poder de creación total inequívoca, sumiéndolo hasta el día de hoy en una especie de amnesia, estupidez y coma multiseculares. En dos trabajos anteriores, El Shaddai-Archivo Akáshico 710-Parte 2 El Loro B y en El Futuro de Kar.Ëi. El Fabuloso Sistema 7 escribí al respecto e hice mención del rol que va a jugar próximamente Ophiuchus vel Serpentarius que a mi entender encierra, como ya dije, un triple misterio esotérico: quien tiene poder sobre la muerte también lo tiene sobre la vida y la resurrección y transmutación de todos los cuerpos, almas y espíritus. Por ejemplo, ¿qué imagen portaba sobre su augusto pecho la diosa Atenea (Minerva, en Roma)? El de la Medusa, una de las tres Gorgonas, que en vez de cabellos llevaba serpientes. Lo cual significa que el Mal sólo se combate y liquida enfrentándolo, cortándole la cabeza o decapitándolo de un tajo. Quien venció a la infernal Medusa fue el heroico, osado y astuto Perseo, un Alto Iniciado, que logró evitar la mirada de piedra de la Medusa y cortarle la cabeza de un certero espadazo. Perseo no es otro que Ofiuco, un domador y sagaz encantador de víboras, reptiles, dragones, hipogrifos, tigres y serpientes emplumadas, y eso explica porqué en algunos atlas celestes y mitos Serpentarius, el Serpentario, aparece flanqueado por un caduceo, la representación de quien ha logrado domesticar la llama de la Kundalinî. Con el tiempo Hermes-Mercurio heredó el conocimiento oculto que pasó a manos de los Gemelos o Esposos (Géminis). Hago énfasis en este rol mayéutico del Serpentario porque como estas dos iniciáticas e interrrelacionadas constelaciones -Ophiuchus vel Serpentarius y Serpens- aluden a fábulas y alegorías a la quetzalcoátlica serpiente emplumada, el dragón azul de fuego y el ave Fénix en distintas culturas es justo que formen parte de nuestro próximo y edvolucionado Plan Divino astronómico-astrológico ya que, eclípticamente hablando, Ofiuco (el sanador Esculapio y el centauro Quirón han sido asociados con él), o sutil descomunal mago-brujo-hacedor de milagros-yogui celestial tiene, como ya dije, todo el derecho a que se le considere un miembro más de nuestro Zodíaco o Cinturón de Prodigios porque la misma Eclíptica roza sus hermosos pies y no fue fortuito que Kepler descubriera en 1604 una supernova en uno de los pies del Serpentario. Pienso que los residuos o remanentes de una explosión espectacular como la de algunas supernovas puede contribuir a crear y plasmar nuevos mundos en distintas partes del Universo y acrecentar nuevas emisiones radioeléctricas y radiomagnéticas que en determinados momentos son captados por sistemas solares en línea con sus radiaciones. En fin, para resumir, en un futuro próximo nuestro ADN llegará a tener en total 14 filamentos de luz ó 7 pares de hebras fotónicas y no 6 como en la actualidad. Esto es lo que me dice el Gran Espíritu, Gitchi Manitú, y no tengo porqué dudarlo. Suena requetelógico. Hace tiempo llegué a la conclusión que nuestro cuerpo etérico está magnetizado por 14 «flores energéticas» o çakrâs. Cuando cada hebra de luz del esquema total de nuestro ADN se active y plasme nos dará el know-how para hacerle frente a una humillante mortalidad y reasumir una esperada retardada inmortalidad digna de Perseo. En el sistema binario el 14 está representado como: 1110. Es el número de la fusión y de la organización. En el Tarot representa la justicia y la templanza. Por los Vedas sabemos que fueron 7 dioses y 7 diosas que inspirados sacrificaron en plena alborada un huevo gigante dorado para que surgieran las Formas y no-Formas y con la unión de los pares sacrificadores llegara la Manifestación.

Cuando aconteciere el próximo cambio geofísico, geológico, metamórfico, social, moral, espiritual y psíquico por el que pasará la Tierra éste impulsará a que aumenten a 14 la cantidad de filamentos ya que la nueva población terrícola estará en capacidad de conocer nuevas barras paralelas, nuevos planos de conciencia, una inaudita realidad biofísica. Este último par de filamentos fotónicos, serpentinos y alados, son los que permitirán que los seres humanos puedan trasladarse, desdoblarse, metamorfosearse y transmitir nuevas formas mentales y biofísicas que en este momento no son conocidas por el público en general salvo en los estados muy altos del samâdhi. Pero ya que todo lo que ha estado aconteciendo en el plano científico, tecnológico y sociopolítico desde mediados del siglo XIX nos está llevando a un conocimiento intergaláctico, una excelsa revelación apocalíptica, estamos bien encaminados. Nuestra cultura, cada vez más erudita, sapiente, acuciosa, abierta, permeable, gentil y amorosa nos está llevando a que comprendamos que no pueden haber límites al conocimiento, que la experiencia debe estar unida a la realización y la iluminación, la vitalidad y el hedonismo. Quienes nos crearon millones de eones ha nos hicieron a semejanza e imagen de ellos y ellas. Por consiguiente, nuestros Progenitores Cósmicos deben ser hermosísimos e inteligentísimos. Porque la idea de separación es una ilusión, una farsa, una falsa realidad, una necedad que nos han inculcados desde la infancia. Si supiéramos que el Todo está siempre presente en nuestras actividades y mundo íntimo, en el ambiente en general, sería posible que nos trasladáramos de Todo en Todo, sin que hubieren pérdidas, escapes y derrames energéticos, magnetodinámicos y biológicos. Como todo es chispa, mente, supermente y experiencia la Educación del nuevo hombre y de la nueva mujer consistirá en hacer ver que el Todo está siempre ahí, alrededor, dentro, intacto y vivo, y, si las personas pudieran meter la mano en ese Todo permanente, tendrían acceso permanente a la Chispa Divina que lo enciende todo permanentemente. Y cuando lo constaten cada vez más personas en la Tierra el Intergaláctico Plan Divino de las 14 hebras de luz diamantina y centelleante será leído, usado a cabalidad y disfrutado. Será la Kabbalah de Akuario-Leo: un Código de Luz manejado con ciencia y sabiduría por seres de luz cósmica que aman la vida y la Creación entera.

Retablo de varias constelaciones apiñadas. Ophiuchus y Serpens vistas por detrás tal como aparecen en Globi Coelestis in Tabulis Planas Redacti Descriptio del genial matemático, filósofo, astrónomo e investigador jesuita francés Ignace-Gaston Pardies (1632-1673), publicado tras morir cerca de París, en 1674, a la temprana edad de 36 años. Un verdadero visionario. El Atlas de Pardies figura junto con los de Hevelius, Bayer, Flamsteed, Bode, Goldbach como una de las grandes joyas artísticas y científicas en materia de cartografía celeste y cosmografía.
Fuente: http://www.astrosurf.com/aagc/gt_historia_constelaciones/ofiuco.jpg


Si no te entienden, di sí

Si no te entienden, no importa. Mejor entiende a los demás, que todos tienen su corazoncito.
Si no captan tus ideas, no importa. Capta las de ellos y ellas, que también quieren que los atiendan.
Si no te ubican, no importa. Ubícalos, guíalos y oriéntalos hasta donde querían o quieren estar.
Si no te buscan, no importa. Búscalos, encuéntralos, que también quieren hallar su propio patio.
Si no les caes, no importa. Dales una razón para que se sientan seguros y confiados.
Si no te aprecian, no importa. Aprecia sus valores y tesoros pues algo bueno deben tener.
Si no te quieren, no importa. Quiérelos mucho y verás que la puerta de sus casas se te abrirán un día cuando haya noche y el viento sople frío.
Esto haz de saber: no esperes que te honren, más vale que los descubras a ellos y ellas y pacientes.
Mejor es dar que recibir pues tú también recibes de Dios y Dios no se cansa de dar y de darte.
No esperes piñas de naranjales a menos que hayan milagros y prodigios
pues en tu mundo sobran las limitaciones y los engaños, también los recelos. Vive tu Kailâsh.
Aprende a ir en paz y ser feliz aunque sea con tu propia sombra.
Así te realizarás en luz y cumplirás. Vale.
¡Eureka! ¡Ruaj Ha Kodesh! ¡Adonai Ro’i!

Caracas, 26/7-3/8-2009