Dibujo hipotético de un cometa. El artista muestra acá las emisiones de gas tal como se ven abajo y a lo largo del eje de rotación del meteoro. Al rotar o girar, siguiendo una curva elíptica alrededor de una estrella o planeta, el cometa puede tomar en un momento dado la forma de una cruz gamada. Dibujo de Bob Kobres. Crédito: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Birdbearcomet.png
Lo he repetido ya muchas veces porque para mí es definitivo y lo sé porque sus figuras serpentíneas y centelleantes me han llamado la atención desde que era niño, justamente en virtud de sus cuerpos llameantes: somos un producto sublime e híbrido con un incalculable y variadísimo valor agregado venido del cielo, uno a la vez con nuestras fugaces y cruzadas hermanas materias caídas de nuestro enorme espacio interestelar exterior, que en nuestro interior, aunque sea de un modo inconsciente y automático cargamos la chispa y sus bacterias y esporas de millones de partes sidéreas y llevándolas consigo donde nos lo requiere Dios y, por eso, cuando nos vemos rodeados por sus efectos verdes, los árboles y todas las plantas, las piedras y los metales, los animales y los elementos, sabemos que todo este concierto es uno e indiviso, porque cómo decir dónde y qué es el comienzo y dónde y qué es el fin. Venimos, nos desprendimos, de cometas, meteoros, meteoritos, meteoroides, fragmentos de aerolitos, asteroides, bólidos y estrellas fugaces, chocando contra la Tierra y cualquier otro pedazo de planeta en el cosmos, armados de fuego, gas, plasma, hielo, piedras y rocas puyudas que nos estremecieron hasta las entrañas, el corazón y la sien, siendo que todo nos dio la vida en un momento dado y lo más precioso de todo, un ser libre que no muere nunca, un milagro o prodigio que compartimos con el Ser de Todos los Universos, y ahora, en este preciso momento, en la obligación de mentalizarlo, conscientizarlo y espiritualizarlo, sabiendo que cuando muere uno de nuestros seres queridos, hermano y amigo, estamos también muriendo y siendo enterrados con él, adentrándonos en la Duat, hasta que volvamos a incorporarnos, debiéramos estar más despiertos y flexibles como sauces llorones. No entiendo todavía cómo puede haber tanta gente insana y atea a la vez, tan ignorantes del proceso cosmológico y religioso que hace que nuestra vida no se deba vivir en vano y lejos de vanidades y tonterías. ¡Adiós, Moisés, Hernández de la Cruz Sempiterna, te quise mucho y nadie sabe sino tú y yo lo que compartimos en los predios griálicos y paramasónicos!
Venimos de novas y supernovas, de choques y estallidos colosales de polvo, gas, plasma, hidrógeno y diversas sustancias indeterminadas, penetrantes rayos cósmicos y rayos gamma, conjunciones y oposiciones astrales y metagalácticas, materia oscura y blanca producidas en el seno de la glándula pineal y del cuerpo pituitario de Dios, en el Tiempo Sin Tiempo, en el Espacio que lo cubre todo y no guarda nada, en el instante memorable e inmemorial que nunca dejará de proyectarse, mismo si perdemos la razón, nos volvemos estúpidos y dejamos de amar. Eso digo yo.
Las melenas y las colas de estos antepasados meteóricos y taquiónicos son como tetas y vientres que vienen en series perfektas. Cometa 1 es una Corona de LLamas y Gloria. El Rayo Vernal de Kinich-Ahau. Fuente –AUM- del Cerebro del Cometa Divino. Cometa 2 es el Ancestro Komún Intergaláctico. También es Râ-Shalom, el Rayo Central del Mesías. Ellos son los 4 Hacedores del Universo, las 4 Caras del Prisma Divino del Cielo que nos forjaron y moldearon a su imagen, para que perduraramos por siempre, ya que somos Hijos e Hijas del Cielo y de IAOUE, Nuestro Padre-Madre de Luz de Bengala Sidérea. Y puesto que somos un producto terminado y al mismo tiempo inconcluso, inclasificable, indeterminado, inaudito e insólito, absolutamente fantástico, debemos tener en mente trascender, no dejarnos atrapar ni encadenar por las mentiras del Maldito o de la Bestia que en nuestro mundo dimensional en vías de desarrollo y perfección busca distraernos, marearnos, alucinarnos, perturbarnos, atormentarnos, enceguecernos, cosernos los labios y matarnos de hambre y sed, empobreciendo nuestra mente, emporcando nuestro cuerpo, enloqueciendo nuestros sentimientos y retablo de maravillas y sensaciones, induciéndonos al error, el espejismo y la ilusión, con el fin de que perdamos nuestra serenidad, la santidad, la alegría, la risa, la paz bienaventurada y la quietud cristo-búdica. ¡Dios nos libre del Mal siempre!
El Gran Cometa IAOUE, en su forma de lluvia de meteoroides o ben-bens que chocan con la Tierra y son el monte primordial, el signo del primer respiro y por tanto del oxígeno azul, “el elemento con más nombres”, ha estado de un modo u otro en todas las capitales religiosas a lo largo de nuestra accidentada Prehistoria e Historia, en Tebas, Lhassa y Tula-Luxor, capital del Mundo y del Universo de Bien, hecha a imagen de la Cruz Nibelunga. Sepan pues, mis hermanos i hermanas de la Tierra, que cometas nos trajeron la Gran Luz, ésa que sabios y hadas llaman Stella Maris, la Estela del SER ORIGINAL de ORØ y OR.·., hecha a imagen y semejanza del Ser Supremo desde las Alturas de Su Amor.
Recuerden esto quienes aún viven y cuentan con parsimonia sus horas y veladas en este mundo de pantallas, apariencias, espejismos y verdades a medias: hay que vivir con intensidad cada nanosegundo y no perder de vista el entorno cósmico que nos rodea y enciende. El viento sopla, la lluvia cae, el cielo se encapota, truena y relampaguea, cuando un buen muerto está ascendiendo al Paraíso del Ser del No-Ser. No busquen acá su fuente y su origen porque todos los desprendimientos provienen del cielo. Amen, quieran mucho cada partícula y onda de luz, lo que brilla en vuestro interior para que del exterior baje una luz cósmica y se lleve vuestra alma al remanso de paz, arriba en las alturas, más allá del Ávila. ¡Pueda Caracas sentir más paz, sosiego y alegría! Pienso, pues, que a Moisés se lo llevó el Gran Cometa IAOUE.
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