«Dios» es algo que no termina de definirse, describirse y puntualizarse por más que se quiera por cuanto elude cualquier definición que limite o circunscriba Su Extático Estado de Ser. A lo máximo se puede decir, sin que se caiga en la desproporción, el abuso o la blasfemia, que «Dios» es una «Organización» de mentes superconscientes, o la «Superconciencia» a secas. Cualquier individuo, alma, chispa divina habitando un cuerpo más o menos denso o etéreo, materia, organismo, llámese humano, semihumano, infrahumano, extraterrestre, celestial, arquetípico, o vegetal, animal, mineral, elemental, ad infinitum, está en capacidad de comunicarse, relacionarse, anillarse a «Dios» o la «Superconciencia», que lo permea, vivifica, ilumina, dinamiza y enciende todo de un modo ilimitado y perpetuo, más allá de cualquier disquisición y discusión moral inclusive. Es la Voz del Amo que Ama por encima de Todas las Cosas, sin restricciones, sin molestias, sin condenas, sin odios y sin temores. «Dios» lo es todo entonces. Nadamos en «Dios», venimos de «Dios», nos dirigimos hacia «Dios», somos «Superconciencia», «Dios» y «Gloria». No obstante, no se puede olvidar lo siguiente: sólo siendo superconscientes podremos entenderlo, no olvidarlo, y tenerlo presente en todo momento para ser enteramente felices y productivos. La energía multidimensional de «Dios» está calibrada para apoyar y estimular a todas las criaturas en todos los Universos; pero depende de cada una de esas criaturas, hijas de «Dios», de buscar a su Padre-Madre-de-Luz a cada momento, tenerlo presente en sus corazones y estar pegado a Su Munificencia y Generosidad para sentir Su fuerza, Su viento, Su impulso vital, fotónico y psiónico. Espero que lo dicho pueda ser comprendido por mis lectores y lectoras, así como por los perritos, las hojas del bucare y las piedras de jaspe con los que me cruzaré al salir a caminar. Y de lo contrario, no se preocupen. La sabiduría del chivo o del asno es comparable al agua fresca, al azul del cielo, a la música de Dvořák, al sabor del maíz, a la mirada idiota de un cretino cuando sonríe, como aquél que cruzaba mi paso en París. ¡Que el Âten os ilumine y bendiga!
Lo que aquí en la Tierra llamamos «Dios», el «Ser Supremo en las Alturas», no es sino un nombre-código traído desde la más lejana y antigua penumbra de la Noche de los Tiempos por los Guías del Espacio Exterior para distinguir, describir y denominar un gobierno sinárquico de elevadísimo carácter, vibración y movimiento, con la potestad de unir y vincular a millones y millones de estrellas, planetas, lunas, asteroides, estaciones espaciales y conglomerados de entidades y de seres pensantes y sintientes, a los que se les respeta y favorece sus inalienables derechos a la vida, la libertad, la expresión, la formación y la cultura. En pocas palabras, he aquí en esencia un compendio de ideas, leyes, reglas, usos y herramientas de trabajo, humor y sana diversión, que los Amados Maestros Guardianes y Serafines del Cielo han pautado para que los estados, mundos y universos confederados y aliados a lo largo de las Galaxias, alrededor de la inextinguible Santa Gran Llama, vivan en paz y armonía, como hermanos y hermanas de leche y descendientes de un mismo Padre-Madre-de-Luz, «Dios», en el camino hacia la Evolución Perenne. Estamos cada vez más cerca de que un planeta se agregue a esta avanzada genial red cósmica. Esto nos contenta mucho pero será cuando sus habitantes lo quieran con toda el alma.
Es cierto, actualmente la Tierra no es parte de la Federación pero se están dando los pasos para que esto se lleve a efecto próximamente. Si nos regimos por nuestro actual calendario gregoriano, la adhesión de la Tierra a la Confederación se dará a más tardar en el siglo XXII. Todo dependerá de los eventos que se producirán acá en las próximas décadas y serán claves y determinantes. Los hombres y las mujeres de hoy y mañana tienen una gran responsabilidad. De ellos y ellas dependerá en gran parte (aunque no en su totalidad) que los pasos a darse sean positivos, de beneficio mutuo para todo el colectivo humano, y esto incluye por supuesto que los demás reinos de la Naturaleza puedan también beneficiarse a su manera de esta marcha evolutiva para que sea total y profunda. Es necesario que mientras más personas despierten su ser-conciencia espiritual, emocional, psíquica y sexual, mayor será el beneficio, empuje y valor de esta misión de vida ascendente pues de eso se trata precisamente, en base a la cronología de los Arkanos Mayores de los Tiempos Sublimes de Dios: ascender unos cuantos escalones en la escala evolutiva que como especie de vida tiene por delante y como tarea la especie humana sobre la Tierra.
Lo siguiente es muy importante y debe tenerse muy presente. Es necesario o imprescindible que los humanos acá estén a la par de las bellezas y de las riquezas tan abundantes y variadas que hay en la Tierra. Hasta ahora la desigualdad planeta-humanidad ha sido demasiado grande. Eso ha creado y sigue creando un desbarajuste, un desequilibrio causante de muchos inconvenientes y faltas de comunicación entre el Alma de la Tierra y las Almas de los hombres y mujeres que deberían actuar como buenos gerentes, administradores y servidores del plan planetario que desearon tener eones ha, por el cual lucharon mucho, pero cuya solemne responsabilidad y compromiso no han querido ni sabido asumir y aceptar. En esencia, puede decirse que faltaron a su Palabra. Esta incomunicación o en el mejor de los casos, comunicación a medias, debe cesar lo más pronto posible y ser fluida y perpetua. Para ello habrá que internar a millones de humanos para que sean tratados médica y quirúrgicamente, sean regenerados, reciclados y sanados de los miasmas, taras, lacras, vicios, desviaciones y perversiones que heredaron durante miles y miles de generaciones. Los humanos están enfermos y deben ser curados. Es urgente. Pero, por otro lado, también la Tierra está mal, enferma, herida, muy herida, desesperada por tanto descontrol, tanto ruido ensordecedor y cacofónico, porque la Tierra, eso que llaman la «reunión de muchos elementos y espíritus dispares, materiales y etéreos» que la componen, no entiende porqué ha sido martirizada y desnaturalizada tanto tiempo y tan cruel e inclementemente. Ella sufre, sufre mucho, demasiado, para lo que ha dado con amor durante millones de años a tantas generaciones de humanos, semihumanos, infrahumanos y divinidades. Es más, cada vez que ha llegado a un punto de no-retorno, estalla o explota, se desmembra, vomita, escupe, se retuerce y aúlla como una loba gigante, y este mar tempestuoso de lágrimas, mocos y sangre tampoco la apacigua y le hace olvidar los terribles desajustes por los que atravesó. Además no es justo. La verdad es que la Tierra y propiamente dicho, su Alma, no quiere seguir con este desorden de vida, quiere paz, mucha paz a sus catalepsias epilépticas y locuras nada ditirámbicas. Quiere y hasta exige calma, sosiego, orden, progreso, ascenso contante y sonante, armonía y amor sin interrupciones por parte de los humanos que parecen haber perdido la chaveta últimamente y haberse vuelto inhumanos. ¿Será posible? ¿Será posible que este planeta ingrese algún día a la Federación UVA? Si sus élites y sus iniciados e iniciadas de verdad lo quieren, se empeñan y esmeran, se ponen de acuerdo entre sí, forman buenos equipos de trabajo, retoman las Muy Sagradas Enseñanzas que han querido tirar por la borda o prenderle fuego, y se cultivan en todos los sentidos, la ASCENSION será posible, pero ¡ojo! hay que trabajar en conjunto porque a solas, solitos y solitas, NO ES POSIBLE, ES IMPOSIBLE. Nadie tiene el monopolio de la verdad. Pero poco a poco, entre todos y todas, los humanos podrán tener acceso al Login de la Verdad y del Corazón. Será cuestión de que suenen todas las alarmas y despertadores, repiquen todas las campanas, y quedar despierto y alerta cada vez más, atentos y atentas a las frecuencias, vibraciones y estremecimientos del Más Allá que vienen a trombón batiente, con una orquesta sinfónica a millón. Dios aguarda, está a la espera, a ver si damos señales positivas y claras y mostramos que realmente deseamos participar en la Gran Fiesta de la Dicha y la Alegría. ¡Qué júbilo! El Venerable Maestro Rodríguez lo hubiera deseado y aplaudido. Y el caballo blanco del Buddha Maitreya, el Avatâra Kalki, que figura en medio del recuadro azul del Escudo de la República, también! ¡Aleluya!
En Caracas, 12-8-2009. ¡Dios y Federación, pues!
Izquierda. Escudo de la República Bolivariana de Venezuela. Un escudo visionario y profético. Derecha. Simón Rogríguez (Robinson). Nació en 1769 y murió en 1853. Genio, visionario, explorador, hermetista, librepensador, adelantado a su época. Maestro de Simón Bolívar, el Padre de la Patria. Un ejemplo para muchos compatriotas.
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