¡Si tratáramos de conservar el niño despierto por dentro, estaríamos llenos de alegría! Sin resentimientos ni rencores y sin prejuicios. Los amigos no se juzgan por el color de su piel o porque pertenecen a nuestro mismo grupo religioso, por su riqueza, por los altos cargos que ocupan en sus empresas, por su destacada personalidad social, por las marcas de ropa que usan, por su belleza exterior o la casa que tienen. ¡No! La amistad y el amor son sentimientos puros que sólo se pueden sentir a través del alma, el espíritu y el corazón, y que luego se traslucen en nuestros actos hacia los demás seres humanos, nuestros compañeros en el camino de la vida. Dijo el Maestro Jesús: “Dejad que los niños vengan a mí porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Con amor y cariño, para todos y todas.
Ansara Elizabeth
Sábado, 14 de febrero de 2009
sábado, 14 de febrero de 2009
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