Mândala de los indios piel roja de Norteamérica. Versión inspirada del Autor. Caracas. 2002.
Ni tanto ni tan poco. Es bueno el cilantro pero no tanto. Dichos populares.
El tema solar ingente a los seres prototípicos y logosóficos, axiales y preponderantes, que han tenido que ser importantes y mesiánicos en su mundo cultural y dejaron huellas profundas en la Historia es complejo, complicado, engalletado y confuso, y no es para menos. Es cierto cómo cada vez más saltan a la vista, gracias a la globalización y la rapidez de los medios de comunicación que nos permiten saber en un triz lo que han pensado y piensan otros y otras, los asombrosos parecidos y las similitudes entre Quetzalcóatl, Bochica, Hércules, Horus, Attis, Bacchus-Dionisos, Mitra y Jesucristo (y muchos otros seres solares divinizados anteriores a todos éstos que nombré). La profunda influencia que ejerció el Antiguo Egipto sobre el cristianismo y la gnosis no se debe descartarse e ignorarse. Es obvia, excepto para los fanáticos y los ignorantes. Pero tampoco no es menos cierto que Jesús existió primero en carne y hueso y luego en astral y dejó su marca aunque su existencia se prestó paulatinamente para la mitología propia del cristianismo y del planeta todo adonde llegó el hombre europeo blanco y conquistador en su afán de dominarlo todo a sangre y fuego (como también han hecho todas las razas y todas las etnias).
Ocurre que las vidas del Héroe y la Heroína Solares -al servicio del Sol- se adapta a ciertos patrones universales y la concordancia, conjunción, semejanza, interpenetración y sincronía es propia también de los héroes y las divinidades solares. En la vida de los grandes hombre, así como en la vida de las grandes mujeres, está escrito por el mismísimo Dios de los Universos Diseminados e Interconectados a lo largo y ancho del Kosmos que sus existencias adopten una marca, un estilo y un canon sagrado y que éstos se ciñan obligatoriamente -como obligatorias son las órbitas planetarias y estelares- a ciertos lineamientos que ni ellos podrán controlar después que nazcan aunque se empeñen con toda su voluntad de hierro en doblegar las ciclópeas voluntades cósmicas. Si deben encarnar, nacerán de acuerdo a un ritual cíclico, una regla o norma astronómica y astrológica sobrehumanas. Si deben crecer, crecerán sobre la base de un plan calendárico, celestial. Si deben amar, triunfar, fracasar, apurar y esperar, etc, tendrán que seguir una pauta particular y especial, un precepto, un manual santo e inmemorial que quizás entiendan y aksepten del todo de buenas a primeras o quizás les toque por motivos cósmicos también rebelarse ante ellos y mostrarse inconformes con sus estatutos draconianos y exigentes. Pero tarde o temprano vendrá el momento cuando sus carnes se espiritualicen y entiendan que todo tiene su luz, verdad, razón de ser, y sabrán que ellos y ellas no vinieron al mundo para que éste se ciña y amolde a sus propósitos telúricos, sino todo lo contrario, para que cual abejitas y hormiguitas cumplan una misión de vida cósmica de profundo sacrificio y dedicado servicio al Gran Designio del Gran Espíritu que es Gitchi Manitou. Y aunque se destaquen también será natural y hasta necesario y fundamental que se agiganten y desproporcionen sus hechos, proezas, pruebas y derrotas, y se les compare con otros Hombres y Mujeres Solares anteriores y distantes o se les eleve y distinga como estrellas, lunas, constelaciones y nebulosas, e incluya en el rostrum de semidioses y semidiosas y hasta de la mismísima Divinidad, y se les conceda el sublime título de Hijos o Hijas de Dios, cuando, en verdad, no existe nadie que no lo sea o llegue a serlo en condiciones especiales o extraordinarias.
Entonces que quede muy claro lo siguiente: la Humanidad no inventa nada que no esté ya escrito de alguna manera en las hojas en blanco o a color en el Cielo. En otras palabras, el mito es una consecuencia, no la causa, que se debió al hecho extraordinario, inaudito e insólito protagonizado por el héroe o la heroína solar que viene con una misión de vida desde que nace, seguramente con un cerebro muy unido y sincrético, un cuerpo calloso bastante lubricado que permitió que los dos hemisferios cerebrales trabajaran en equipo, coordinada y combinadamente. Un flujo neural libre en el cuerpo calloso libre de «tropiezos» y «galletas de tráfico» hizo que en ocasiones estos Hombres y Mujeres Lunisolares o Solilunares fueran ambidextros o artistas y científicos y diplomáticos, osados, arrojados y temerarios a la vez. Los genios rompen viejas reglas y establecen unas nuevas en cuestión de horas, es decir, inventan en el acto. Eso lo he notado una y otra vez en los talleres mecánicos. Cuando algo no sirve el mecánico se las ingenia para que un problema se solucione o al menos surja una alternativa viable que sirva de reacomodo y reemplazo. Igual pasa con el ingeniero, el arquitecto, el artista, el médico terapeuta o el científico que sabe que la Naturaleza se amolda, se pliega, se flexibiliza, se dobla, como la rama de un árbol, si las condiciones ambientales y de las cosas lo permiten, si la inteligencia humana se interna y contacta la inteligencia de la materia y la energía que la arropa que en suma equivale a trabajar en equipo con la conciencia o el espíritu de las cosas materiales e inmateriales a la vez o por turno. Por eso, las grandes lumbreras espirituales no hacen más que trabajar con el ser o espíritu de los objetos, nada inanimados por cierto, y de un modo mágico encuentran la solución, la llave de luz. Ellos mueven, movilizan energías. Cargan su mercurio a todas partes pues son agentes de vanguardia y no pueden quedarse quietos. ¡Son electrodinámicos, los nervios del mundo! ¿Acaso lo notan las gentes? No creo. Será después.
Así que todo es cuerpo, poro y válvula, todos son fluidos, campos electromagnéticos y energías que oscilan, se buscan, se juntan o separan, se compenetran y pasan de un lado a otro del taller de trabajo, donde operamos y existimos, las materias nos asisten, sea cual sea la profesión o grado que tengamos. Todo obedece a un calendario, un horario, un océano de vibraciones conexas, un equilibrio inducido, un momentum, una composición musical, un más y un menos. Un Orden. El arte consiste en darse cuenta y trabajar con las energías. Y sigo pensando igual que hace siglos: todas las personas debieran hacer una pasantía en un taller mecánico, tener una manualidad, realizar un trabajo izquierdo a la par que un trabajo derecho. En especial los aspirantes a las ciencias políticas, gerenciales, administrativas, legislativas, judiciales, filosóficas, profesorales, etc. Nadie debiera tener grandes responsabilidades sin pasar por una escuela, por la práctica empírica, al pie de un Maestro o una Maestra que nos instruya y cultive, nos enseñe el valor de nuestras manos, nuestros pies, nuestros sentidos y nuestras percepciones, para que cuando crezcamos o maduremos nos iniciemos y seamos útiles a la sociedad. Es fundamental.
Hasta los dementes e idiotas pueden dejar de serlo. Sufrirían mucho menos, si pudieran reequilibrarse, reformularse, rebobinarse, reacondicionarse, reajustar sus sistemas disfuncionales. Creo que los Maestros Volta, Lavoisier, Faraday, Maxwell, Hertz, Westinghouse, Edison, Tesla, Ford, y todos los inventores e ingenieros que pusieron su genio y alma en pro del progreso nunca serán suficientemente honrados y reconocidos. La ingeniería, la medicina, la filosofía, la mística religiosa y paranormal, la arquitectura, la física y la geometría sagrada tienen muchísimo en común, muchísimo más de lo que Ud. se imagina. Son disciplinas hermanas que deben interrelacionarse cada vez más porque no veo diferencia alguna entre un motor eléctrico, híbrido o espacial, y el cuerpo humano a cualquier nivel, sobre todo al mental superior o al etéreo y multidimensional. Leonardo da Vinci lo demostró. También Julio Verne. Tenemos que ir hacia el Ser del Renacimiento Sin Límites cuando todas las ideas y materias del saber se hermanarán y aceptarán por igual pues todas se retroalimentan de un mismo suelo, tronco y copa. ¡Si hacemos esto, el progreso terrícola dará un brinco que se perderá de vista! ¡El oro espiritual más el oro material serán miliunochescos! ¡Será la Parusía! ¡Navidad sobre la Tierra, como quería A. Rimbaud!
Aunque suene fantástico, inverosímil, increíble, y una persona haga cosas que otros no se atreverían a hacer, el sólo hecho que lo haga bastará para que la imaginación escolástica, erudita y esotérica o popular se encienda y exceda, y salga de repente un cuento, una novela, un poema sinfónico, una saga, una ópera wagneriana que posiblemente tendrá mucho, poco o casi nada que ver con la realidad que lo generó y originó in illo tempore. Pero algo o mucho habrá de cierto eventualmente y eso bastará para que no se deba repudiar la historia, quizás banal, que sirvió de base con tierra negra y lombrices adjuntas. La poesía, el drama, la pintura y la música son el ejemplo más claro a lo que me estoy refiriendo, especialmente cuando se trata de transmitir un conocimiento importante. La imaginación –eso de soñar, dejarse llevar y ver en imágenes fractales y superpuestas la Realidad sin Límites o Súper Realidad- es también parte de nuestra idiosincracia y psiquismo y por eso, valga la redundancia, el arte libera para que la imaginación lleve a cabalidad las ideas y los sentimientos y emociones más fuertes, deslumbrantes y descollantes. No nos encasillemos y tapemos, no nos desprendamos del resto del Kosmos (más increíble y sorprendente de lo que suponemos). No pensemos que Apolo, Osiris, Isis, Horus y Set nunca vivieron en la Tierra y que dioses y diosas venidos de Canis Major, Lyra, Cygnus, Ursa Major y las Pléyades no estuvieron acá tras desembarcar de sus naves nodrizas y platillos volantes. Que Jesús y Apolonio de Tíana no eran originales y no hicieron milagros. Ellos vinieron y actuaron en la medida de sus posibilidades, pero los demás, quienes componemos la sala del espectáculo, cumplimos decorando sus hechos, proezas y dichos embelleciéndolos hasta el cielo. Como decía Séneca, «nada de lo humano me resulta extraño». A fin de cuentas, tanto actores y actrices como el público en general juegan roles fundamentales y ninguno puede vivir sin el otro, ambos son necesarios. En el reino de Dios todo es importante, todo vale, y hasta los demonios son necesarios para que los ángeles puedan realizar sus trucos y milagros y hacer reir a los niños y a las niñas con sus morisquetas y bufonadas, prodigios y hasta locuras de vez en cuando. OM-AUM. Amén y Âtén.
A lo largo de los siglos las mândalas -o círculos de poder y gracia estética y religiosa- fueron creadas para que las gentes supieran las maravillas que tienen por dentro. Pero por falta de educación estas bellezas no nos enseñaron a quererlas y apreciarlas. Es hora de que recapacitemos y nos empatemos en una de mucho arte y cultura para que las mândalas nos ilustren y abran el camino. Eso pienso yo.
33 Brillo Cervical
dedicado al pulir la entrada a mi nieto Rafael Andrés De Los Ríos Boulton
domingo, 7 de diciembre de 2008
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